El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu necesita ganar las elecciones generales de mañana para seguir rompiendo récords. Eso, con miras a acercarse a la marca dejada por el fundador del Estado de Israel, David Ben Gurión, quien estuvo al frente del gobierno un total 13 años (1948-1954 y 1955-1963). Netanyahu ya acumula ocho (1996-1999 y 2009 hasta ahora), lo que lo pone como el segundo gobernante con más tiempo en la historia del país. No por nada algunos ya lo han apodado como el "Rey Bibi".
Sin embargo, parece que no la tendrá fácil. Los sondeos ponen al partido Likud (derecha), de Netanyahu, detrás de la coalición Unión Sionista, conformada por laboristas y centroderechistas, que lleva como cabeza de lista a Isaac Herzog. Pero perder los comicios no necesariamente significa no alcanzar el poder. Eso debido a que, por al fragmentado panorama político israelí, quien logra una alianza con 61 escaños del Parlamento (Knesset), de un total de 120, puede quedarse con el gobierno. De hecho, Netanyahu ya lo hizo en 2009. Ahí el Likud quedó como la segunda fuerza más votada, pero consiguió el apoyo de los grupos nacionalistas y religiosos para instalarse en el poder.
Unos de los récords que tiene Benjamin Netanyahu es haber sido el político más joven en convertirse en primer ministro, con 46 años, y el primer jefe de gobierno nacido después de la fundación del actual Estado de Israel, en 1948. Nació el 29 de octubre de 1949, en Tel Aviv. Es hijo de Benzion Netanyahu, un destacado intelectual israelí, profesor de historia judía y editor de la Enciclopedia Hebrea. Su hermano mayor, Yonatan, es considerado un héroe en Israel, ya que murió durante la operación de rescate de los rehenes en el aeropuerto de Entebbe, en Uganda, en 1976.
En las últimas semanas, Netanyahu ha estado en el foco de la controversia internacional por su visita a Estados Unidos, país al que llegó invitado por los republicanos que controlan el Congreso, pero no por la Casa Blanca. Esto, sumado a su discurso en el Capitolio, el 3 de marzo, donde criticó las negociaciones con el régimen de Teherán en las que participa Washington, contribuyó a ampliar la brecha que se ha abierto estos años entre el primer ministro israelí y Barack Obama, especialmente por la dura posición que ha caracterizado al primero en los contactos y negociaciones con los palestinos y su política de ampliar los asentamientos en Cisjordania.
FRENO DEL PROCESO DE PAZ
Netanyahu, quien en su primer gobierno frenó en seco el proceso de paz que había impulsado Isaac Rabin hasta su asesinato en 1995, se ha inclinado en el último período por mantener el actual status quo con los palestinos. Eso a excepción de la ofensiva militar sobre la franja de Gaza, en julio y agosto de 2014, que dejó unos 2.200 muertos.
Los roces permanentes entre su gobierno y la Administración Obama llaman la atención, considerando sus fuertes vínculos personales con Estados Unidos. Esto porque 17 de sus primeros 40 años los vivió en Norteamérica. Estudió parte de la primaria y la secundaria en colegios de Estados Unidos, debido a que su padre se trasladó hasta allí como profesor universitario. Y cuando decidió entrar a la universidad lo hizo al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde estudió arquitectura y luego obtuvo un master en administración. Además, entre 1982 y 1988 vivió en ese país cumpliendo funciones diplomáticas, primero en la embajada de Washington, y luego como embajador en Naciones Unidas, en Nueva York.
Por eso la influencia estadounidense en su forma de hacer política fue clara desde un comienzo y de manera espectacular. En 1993, cuando -siendo un novato- decidió disputar la jefatura del Likud el paralelo con lo que sucedía en EEUU resultó evidente. El año anterior, Bill Clinton había ganado la Presidencia de EE.UU. en una campaña que incluyó la confesión de haber tenido una relación extramarital con otra mujer. Netanyahu, de la misma forma, confesó ante las cámaras que le había sido infiel a su mujer, Sarah (la tercera de sus tres esposas y la madre de dos de sus tres hijos). Así, de forma frontal, echó por tierra un chantaje para que se retirara de la carrera. Ganó las primarias y después se convirtió en primer ministro.
Ahora Netanyahu llega a unas elecciones con los sondeos en contra y con una Casa Blanca hostil, pero con unas cifras en materia económica y de seguridad positivas, que podría equilibrar cualquier crítica a su gestión, estilo y estrategia, y mantenerlo en el cargo por un período más.