El abrazo entre New Order y Chile ha sido tardío, pero visceral. Como prueba, el propio líder de los ingleses, el cantante Bernard Sumner, lo describió en los pasajes de su reciente e imperdible autobiografía, New Order, Joy Division y yo, aparecida este año en español: "Cuando escribo esto, estoy preparando un viaje a América del Sur con mi banda para dar unos conciertos en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil. Nunca nos hemos promocionado de manera particular en esos países. Sin embargo, vamos a tocar en locales abarrotados, en ciudades tan alejadas en todos los sentidos del Manchester de nuestros orígenes".
Por eso, el conjunto que convirtió a la electrónica en carne de hit y estadio se alista para concretar su tercera visita a la capital en cinco años, luego que su aterrizaje fuera inviable durante décadas: estarán el domingo 4 de diciembre, a las 20.00 horas, en el Teatro Caupolicán.
De paso, se trata de su recital de aforo más íntimo en el país, luego que su debut de 2011 fuera en Movistar Arena, y que su retorno tres años después se materializara en Lollapalooza Chile, en el escenario alternativo donde la tiranía de los horarios los hizo competir con Soundgarden.
Esta vez no habrá mayores rivales y la agrupación llegará a calle San Diego no sólo con la huella de sus casi cuatro décadas de historia, sino que también con otra etiqueta que los ha hecho distintivos. Un nuevo álbum que demuestra su siempre inquieto afán creativo, nunca derrotado pese a las deserciones en sus filas, los discos de menor impacto comercial y los giros en la electrónica global.
Se trata de Music complete, título estrenado en 2015 y que, cuando una parte mayoritaria de sus miembros ya se acerca a la tercera edad, significó una bisagra en la marcha artística de los británicos. Primero, en lo personal: es el primer trabajo sin el histórico bajista Peter Hook, quien se fue en 2007 por conflictos intestinos con Sumner -quiebre que hasta incluyó violencia física y verbal- y tras grabar algunos tracks de Lost Sirens (2013), su producción más reciente.
Luego, casi como una posible consecuencia de ese ajuste de piezas, hay también un giro en el sonido. De alguna forma, Music complete le devuelve la primera plana al pulso bailable, en desmedro del trabajo de guitarras que había caracterizado la obra de New Order en este siglo.
Pero los nuevos tiempos no culminan ahí. El título también marca el debut de Tom Chapman en reemplazo de Hook, puesto siempre difícil, luego que el renunciado instrumentista inmortalizara las cuatro cuerdas como parte del sostén sonoro del grupo. Además, también volvió al estudio la tecladista Gillian Gilbert, ausente por casi una década. El álbum además presenta una pléyade de colaboraciones que sintetizan pasado y presente, empezando por Iggy Pop, para seguir con Tom Rowlands, de The Chemical Brothers; Brandon Flowers, de The Killers, y La Roux.
Las entradas para el show se pueden comprar a partir de mañana en los locales y la web de Puntoticket. Es, de alguna manera, el boleto de acceso a la nueva existencia de una institución legendaria.