Cuando hay respeto, se nota. Uruguay y Brasil, conscientes de las fortalezas de cada uno, salieron al Centenario con precaución. El primero y el segundo del proceso sudamericano rumbo a Rusia 2018 jugaron con la tranquilidad que entrega la tabla. El trámite del encuentro fue disputado, aunque de ataques contenidos. Sin muchos riesgos.
No hubo, al menos durante los primeros 45 minutos, llegadas de peligro significativas y, más bien, las acciones transcurrieron casi íntegramente en el medio.
Coutinho y Neymar, por un lado, inquietaban por las orillas, mientras Cavani y Rolan imprimían velocidad al ataque ordenado del cuadro charrúa. Había que estar atento.
Los celestes se pusieron rápido en ventaja, lo que despertó la ilusión de los 60 mil que presenciaron el duelo, pero Paulinho emparejó todo con un golazo desde la entrada del área.
La paridad y el respeto mutuo fueron la tónica en la noche montevideana. Y aunque la pelota le perteneció a los de Tite, las acciones de peligro fueron un bien escaso sobre el césped del Centenario.
En el segundo tiempo, Brasil no perdonó. Al dominio le agregó velocidad, lo que hizo insostenible la situación para la zaga celeste, que se vio desconcentrada y con poca coordinación.
El propio Paulinho rompió la paridad cuando recién se iniciaba el complemento. Y pese a que eso mismo despertó el ímpetu charrúa, los espacios que quedaron con su adelantamiento terminaron siendo determinantes. Fue entonces cuando apareció Neymar. Con su talento exquisito y habilidad única, Brasil recuperó la alegría.
Fútbol total. Aceleración, gambeta y freno. El astro del Barcelona se lució. El balón le llegó casi siempre sobre la mitad de la cancha, pero no tuvo inconvenientes para eludir a uno, dos... al que se le cruzara. Los puso de cabeza y terminó inclinando la cancha en favor de su equipo.
Así, a 15 del final, marcó el tercero con un globito imposible y sentenció el encuentro. Desazón charrúa, con su habitual poca tolerancia a la derrota y algarabía brasileña, que llegó a 30 puntos y prácticamente sentenció su clasificación a la próxima cita planetaria.
En los minutos finales, Uruguay se descontroló y perdió el orden. Brasil simplemente adormeció el juego haciendo rotar la pelota y aseguró el triunfo.
El cuarto gol, obra de un enorme Paulinho, que marcó tres, sólo sirvió para aumentar la goleada y ratificar el dominio brasileño, justo líder de las Eliminatorias.
Los de Tabárez se estancan en 23 unidades, pero siguen arriba en la tabla, bien aspectados de cara a la cita mundial. No hay espacio para desconcentraciones. En Perú, el martes, están obligados a levantar cabeza.