De espaldas a la tradición y ajenos a las críticas por su idea del juego, Luiz Felipe Scolari y Louis van Gaal han guiado a Brasil y Holanda hasta las semifinales de Brasil 2014 y están a un paso de imponer su teoría de que en un Mundial lo que cuentan son los resultados.

"El 'jogo bonito' pasa. Lo que quedan son los resultados". Hace un año, en vísperas de disputar la final de la Copa Confederaciones contra España, 'Felipao' ya expuso abiertamente cuáles eran sus intenciones. Dejó claro que su plan pasaba por buscar la eficacia.

La contundente victoria (3-0) sobre el equipo de Vicente del Bosque, el guardián de las esencias en ese momento, le dio la base sobre la que edificar el camino hacia el 'hexa', el sexto título mundial que reclama toda la afición.

En el país del 'jogo bonito', el que trazó una línea de Leónidas a Romário por la que debía caminar el resto, Scolari ha logrado que sólo se hable de la lesión de Neymar, que la selección brasileña aparezca como víctima.

Víctima de un complot, ideado por los rivales, los árbitros y hasta la FIFA, para evitar que conquiste el título mundial. Y víctima del exceso de presión al que se somete a sus jugadores.

Por un lado, aúna a la afición entorno a la idea de que su equipo sufre arbitrajes adversos, porque la FIFA quiere evitar que se le acuse de favorecer al anfitrión. De eso se aprovechan los rivales para "maltratar" a sus jugadores. Cuenta con el ejemplo de Neymar, fuera del Mundial, con una vértebra rota por una entrada del colombiano Camilo Zúñiga que no fue siquiera sancionada.

Scolari, además, ha expuesto a sus jugadores a la opinión pública. La publicidad que ha dado a las visitas de la psicóloga, a los llantos de unos futbolistas a los que les cuesta controlar sus emociones, presenta la conquista del título como una ardua empresa, en la que necesita del apoyo de todo el país.

Con poco juego en el centro del campo y una defensa más vulnerable de lo esperado, Neymar fue la referencia del equipo hasta su lesión. Un contratiempo que Scolari también confía en revertir.

Más que soluciones tácticas, que pensar en cambiar el sistema o buscar un jugador que se adecúe a las características que le ofrecía Neymar, 'Felipao' ha convertido el drama en motivación. Los jugadores tienen que ganar la semifinal ante Alemania para ofrecérsela a su compañero, al que ha pedido que, con vértebra rota y todo, se siente en el banquillo.

A la otra semifinal también llega Van Gaal reforzado. Como 'Felipao', el técnico holandés ha sorteado las críticas desde antes de llegar, por su decisión de jugar con cinco defensas, con el extremo Dirk Kuyt convertido en lateral.

"No vamos a Brasil a un concurso de belleza", afirmó antes de viajar al Mundial, en respuesta a los que censuraron el fútbol "feo" de su selección antes del Mundial.

Van Gaal también ha criticado a los dirigentes ("la FIFA con su gran sabiduría, decidió celebrar una rueda de prensa antes del entrenamiento, lo que no es muy inteligente"), a los rivales ("pongo el esquema que me sirve para ganar, no me importa lo que diga el entrenador de Chile") y a la prensa ("decían que no íbamos a pasar de la primera ronda y ahora dicen que somos favoritos").

En el país que ideó el fútbol total, el que asombró al mundo hace cuarenta años al convertirse en "la naranja mecánica", ver a Holanda jugando al contragolpe fue un choque. Pero a Van Gaal no le ha importado ceder casi siempre la iniciativa al rival ("Me hace gracia la historia de la posesión).

Hoy, recibe halagos por su idea de sustituir a Jasper Cillessen por Tim Krul, en el último minuto de la prórroga frente a Costa Rica. El guardameta del Newcastle rechazó dos de los cinco penaltis de la tanda y Holanda pasó a semifinales.

Van Gaal no tiene ataduras. Tras el verano se pondrá al frente del Manchester United. Como Scolari está dispuesto a llevar su plan hasta el final. Sin 'fútbol total', ni 'jogo bonito', sólo Argentina y Alemania les alejan de convertirse en los triunfadores del Mundial.