Ahora, se le oye tranquilo a Nicolás Sánchez. El rugbier argentino, máximo goleador del Mundial pasado, con 97 puntos, por sobre absolutos referentes como el sudafricano Handre Pollard (95), el australiano Bernard Foley (82), o el propio neozelandés Dan Carter (82), está descansando después de un año agitadísimo, de cambios y fuertes remezones.
Pero el 2016 no sólo fue complicado para él, también lo fue para todo el rugby argentino. Este año, la gran potencia americana de este deporte cumplió un anhelo que por años soñó: juntó a algunas de sus principales figuras y creó a Los Jaguares, la franquicia transandina que disputó por primera vez el Super Rugby, algo así como la NBA de la disciplina, que reúne a los mejores quinces de Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia en un mismo campeonato. Sin embargo, pese a todas las buenas intenciones y a lo interesante que asomaba el plantel, los resultados no llegaron y, de 15 partidos, apenas se vencieron en cuatro.
Luego, durante el mes pasado, Los Pumas disputaron cuatro test match. Sin contar la aplastante victoria frente a Japón (54-20), el resultado de la su gira por Gran Bretaña no estuvo ni cerca de lo presupuestado. Cayeron frente a Gales (24-20), Escocia (19-16) e Inglaterra (27-14), cerrando un año de sinsabores, pero de mucho aprendizaje.
El apertura, que llegó hoy a Chile para dictar una clínica deportiva en San Carlos de Apoquindo junto a Joaquín Tuculet, organizada por TCM Sports, la empresa deportiva de Edmundo Olfos, es autocrítico. "Ahora, en frío, sabemos que el análisis no es positivo; sí lo fue en cuanto a la experiencia, pero no en cuanto a los resultados. Sabemos que podemos exigirnos mucho más y aspirar a llegar a los cuartos de final y tratar de pelear el torneo", reconoce.
Este año, como nunca, estuvo cargado con partidos de altísimo nivel para los argentinos. "No nos imaginábamos que iba a ser tan duro. Todos los equipos del Super Rugby tienen un nivel impresionante y jugar todos los fines de semana con ellos es muy bueno para nosotros", recalca Sánchez, quien confía en que dentro de los próximo años la historia de seguro cambiará.
Con Los Jaguares, Argentina apuesta a un proceso similar al que lleva haciendo en el Rugby Championship, donde poco a poco han ido equiparándose a las potencias del sur. Pero como ahora pertenecen completamente a la Sanzar (la organización que rige en el hemisferio), también deben aceptar sus reglas y una de ellas, quizás la más importante, es que los países miembros no pueden tener en sus seleccione jugadores que no militen en el Super Rugby. Por eso, la Unión de Rugby de Argentina decidió ofrecer contrato a sus principales figuras.
Él, que hasta el año pasado sisputaba el Top 14 francés junto al Toulon (en reemplazo a Frederic Michalak, quien se lesionó), por expresa petición del head coach, el inglés Jonny Wilkinson, decidió retornar para formar parte de un proceso histórico. Sobre la medida, asegura que "era la única manera de que los jugadores que estaban en Europa volvieran. Si no se ponía esa regla iba a ser un poco difícil tener un plantel competitivo para ser parte del Super Rugby".
Eso, porque a diferencia de él, otros como Juan Martín Fernández Lobbe, Juan Figallo, Marcos Ayerza, Marcelo Bosch o Juan Imhoff decidieron conservar sus contratos en Europa. "El tiempo dirá si fue buena o no la norma", sostiene Sánchez.
El cierre del año fue caótico para Los Pumas. Una extensa gira los mantuvo sin descansos, en escalas y hoteles durante todo noviembre. Japón y el Reino Unido fueron los destinos, y fue en el último donde la cuarta selección del Mundial pasado evidenció las mayores falencias, jugando de forma irreconocible. Nico reconoce que la sensación que quedó "No es buena". Por primera vez Los Pumas se pusieron objetivos numéricos - "pensábamos ganar tres de los cuatro partidos de noviembre"- lo que claramente no resultó.
"Nos volvimos golpeados de esa gira", asegura, sin reproches. "Lo que cambia desde 2015 hasta ahora es que antes éramos el equipo sorpresa y podíamos sorprender a cualquiera, en cambio, ahora ya nos conocen, nos analizan perfectamente y nos ponen mucha presión para que no podamos hacer nuestro juego", dice el apertura.
Pero el tucumano pudo rescatar algo de la gran isla: se transformó en el tercer mayor goleador de su selección. Terminó con 494 puntos, superando a Gonzalo Quesada (486), quien fuera el máximo anotador del Mundial 99. Ahora, sólo lo superan los históricos Felipe Contepomi (651) y Hugo Porta (590). Sin embargo, Sánchez prefiere no darle importancias a las estadísticas: "Trato de no pensar en eso. Mi principal objetivo es jugar una final en el Super Rugby y tratar de llegar lo más alto posible con Los Pumas".
¿Cuanto le dedica a ensayar las patadas el último goleador del Mundial? "Trato de entrenar día a día eso, es lo que más entreno. Cada vez que practico, me quedó entre 40 minutos a una hora ensayando a las patadas". Hoy, Nicolás Sánchez tratará de traspasar esa misma técnica a los niños chilenos.