La omnipresencia de televisores, teléfonos, tabletas y juegos electrónicos en los hogares ha hecho que la Academia Americana de Pediatría (AAP, sus siglas en inglés) publicara nuevas guías para ayudar a padres y adultos a ordenar el uso que sus hijos le dan a estos dispositivos.

El documento incluye dos recomendaciones claves: acompañar siempre a los menores mientras estén usando pantallas y desarrollar un "plan de medios familiar", para que se considere las necesidades de salud, educación y entretenimiento de cada niño y miembros de la familia.

Las nuevas directrices señalan que antes de los 18 meses, la indicación es evitar las pantallas, salvo llamada por video chat. Entre los 18 y los 24 meses, pueden usar algunos medios siempre que éstos tengan valor educativo y estén acompañados de los padres.

Entre los dos y los cinco años, la recomendación es que los menores no vean más de una hora de pantalla al día, siempre junto a los padres para que les ayuden a entender lo que ven y lo apliquen en su mundo. A partir de los seis años, los pediatras piden que se pongan límites de acuerdo al tiempo que los niños dedican a otras actividades como dormir, la actividad física, juegos al aire libre y las horas de estudio. El objetivo es que el tiempo de pantalla no quite minutos a estas otras actividades.

Jenny Radesky, experta de AAP y una de las autoras de la declaración, explicó que el uso excesivo de pantallas hace que los niños no tengan tiempo suficiente para jugar, estudiar, hablar o dormir. Lo más importante, dijo, es que los padres sean "mentores de los medios de comunicación de sus hijos", es decir, que les deben enseñar a usar estos aparatos como "herramientas para crear, conectar y aprender".

La propuesta de la academia estadounidense se centra en la creatividad y el tiempo de juego "desenchufado" para los pequeños.

Otro punto importante es la restricción horaria y de lugares que debe cumplir toda la familia: se deben designar tiempos libres de pantallas como la hora de comer y lugares dentro de la casa sin acceso a ellos, como los dormitorios, por ejemplo.

Ana Marina Briceño, psiquiatra de la Unidad de Adolescencia de Clínica Alemana explica que el acompañamiento que se pide de los padres "tiene que ver con que el niño más pequeño pueda traspasar al mundo real, análogo, lo que está viendo en la pantalla". "A los dos o cuatro años, no tienen la capacidad de diferenciar lo que es real y pasar ese aprendizaje a la vida. El adulto debe ser mediador entre lo que el niño está viendo. Incluso, si son más grandes, se pueden asustar con algunas imágenes o llorar, por ejemplo, con películas como Bambi. Hay que estar al lado de ellos, estar atento a sus preguntas, responder sus inquietudes y percibir sus emociones y reacciones frente a lo que ven", indica la especialista.

La psiquiatra reconoce que las pantallas son las nuevas niñeras o el dispositivo de entretención para los niños en momento en que los adultos no quieren ser molestados.

Cuando se trata de niños más grandes y adolescentes, Briceño cree que la medida más efectiva es sacar las pantallas del lugar en el que duermen. "Es frecuente que se queden chateando hasta tarde y eso efectivamente les quita horas de sueño. Los papás deben revisar los últimos horarios de conexión. Dormir menos repercute en el rendimiento físico, los vuelve más irritables, disminuye la concentración y dificulta la producción de la hormona del crecimiento", señala.

Lo ideal es que los equipos se carguen fuera del dormitorio y si están dentro, que se desconecten durante la noche porque emiten ruido y luz cada vez que llegan mensajes y eso entorpece el descanso.