Como casi todos los chilenos, Fernando Guzzoni se horrorizó con los detalles del crimen de Daniel Zamudio. Y más allá de las aristas policiales, quiso saber quiénes eran sus victimarios y cómo se llega a cometer una acción tan monstruosa. Y lo que pasó fue como abrir la caja de Pandora: apareció un mundo desconocido e intrigante que era de por sí una película.
Fue especialmente uno de los involucrados el que le pareció al director de Carne de perro el más interesante: Fabián Mora. Aficionado a las diversas manifestaciones del K-pop (pop coreano), el joven fue la puerta de entrada a un mundo lleno de códigos propios que apenas los conoció supo que ahí estaba el germen de su nueva cinta, llamada tentativamente Niño nadie.
"Ellos, los asesinos de Zamudio, no estaban tan alejados de este mundo: pululan por el Eurocentro, el Parque San Borja, el Metro Salvador. Habitan los mismos espacios públicos que esta subcultura", dice, e intenta una definición: "Es un movimiento que hace cosplay (vestirse como personajes animados) e imita a grupos coreanos tipo boys band; adoptan los mismos looks y bailan en competencias en teatros como el Normandie o el Cariola. Es un mundo lleno de códigos y un sentido estético profundo", cuenta.
Mientras se insertaba en esta subcultura, la figura de Zamudio empezó a diluirse en la historia de Guzzoni, y adoptando el ojo de un sociólogo, empezó a asistir a estos encuentros, primero como observador, luego con una cámara. Se trata de jóvenes de extracción popular que cultivan un look ambiguo sexualmente y son abiertamente apolíticos. Pero, por sobre todo, "han estado completamente invisibilizados", dice.
Mientras comenzaba a trabajar con ellos, surgió la historia de ficción: un padre de clase media con un hijo adolescente al que no le entiende ni el look ni la forma de hablar, y con el que va generando una barrera insalvable. Y viene el guiño. Su hijo tiene un amigo que accidentalmente se vincula con otros jóvenes y se produce un crimen.
El proyecto comenzó a crecer desde que Guzzoni recibió el World Cinema Fund, que le permitió armar una coproducción entre Alemania, Francia, Holanda, Colombia y Chile. Hace pocas semanas ganó otro fondo, el Cinema Du Mond francés (150.000 euros), y con eso ya está casi listo para iniciar el rodaje, el que tendrá a Alejandro Goic de protagonista, tal como en Carne de perro. Guzzoni quiere sumar a un grupo de jóvenes, mezclando actores con verdaderos insiders de esta cultura. "En junio comenzaré un taller de actuación con ellos y la idea es tener 15 o 20 personajes jóvenes, con tres o cuatro actores", señala.
Por estos días, Guzzoni se diversifica también a otras artes: está terminando una novela llamada Moscú y tiene un importante respaldo: el traductor francés de Roberto Bolaño, Robert Amutio, quien está interesado en el texto, y acaba de terminar la dramaturgia de un musical, que será dirigido por Natalia Grez.