Los niños engendrados mediante inseminación artificial sufren disfunciones genéticas más a menudo que los concebidos de forma natural, explicaron hoy los responsables de un estudio llevado a cabo en Israel.
La investigación estudió a 9 mil niños israelíes nacidos gracias a técnicas de inseminación artificial entre 1997 y 2004. En comparación con los bebés concebidos de forma natural entre los años 2000 y 2004, los "niños-probeta" sufrieron disfunciones genéticas en el doble de ocasiones, explicó hoy el investigador israelí Liat Lerner-Geva, del instituto Gertner de Tel Aviv.
Los expertos no pudieron aclarar las causas por las que los bebés, fruto de una inseminación "in vitro", tienden a sufrir estas enfermedades con más frecuencia. Las condiciones en las que se realizan esas fecundaciones podrían tener algo que ver. Pero las parejas que recurren a este tipo de inseminación pambién podrían problemas médicos.
Los investigadores estudiaron el estado de salud de 9.042 niños fruto de la inseminación artificial y de 213.737 nacidos de forma natural y tuvieron en cuenta la edad, educación y religión de la madre así como el sexo del bebé.
"Gracias a Dios las enfermedades genéticas son relativamente raras y el riesgo en la inseminación artificial sólo se ha incrementado levemente", dijo Lerner-Geva.
Sobre todo se detectaron fallos en el sistema circulatorio. Mientras un 2,4 por ciento de los "bebés-probeta" se vieron afectados por este tipo de enfermedades, sólo un 1,4 por ciento de los niños concebidos de forma natural sufrieron disfunciones cardiovasculares.
Israel es uno de los países en los que mayor número de fecundaciones "in vitro" se practican. El Estado financia estos tratamientos para las mujeres menores de 45 años que tienen menos de tres hijos.