La relación de Kazuo Ishiguro con el cine es natural. Ha dicho, por ejemplo, que los viejos escritores japoneses no influyeron demasiado en su forma de escribir, pero sí el cineasta Yasujiro Ozu (1903-1963).
Durante los años 80 escribió guiones para el canal de televisión Channel 4, pero el golpe vino en 1993, cuando el realizador estadounidense James Ivory adaptó su novela Los restos del día (1989), ganadora del premio Man Booker. La cinta, llamada Lo que queda del día, fue nominada a ocho premios Oscar (incluyendo a Mejor Película y Mejor Director) y estuvo en las listas de las mejores de ese año.
Curiosamente, Kazuo Ishiguro no participó en la adaptación (donde sí estuvo Harold Pinter, otro Nobel), pero fue al rodaje. A la larga, la cinta no presentaba muchas diferencias con la novela y el tema era el mismo: en los días de la Segunda Guerra Mundial, el mayordomo James Stevens (Anthony Hopkins) deja ir a la señorita Kenton (Emma Thompson), el amor de su vida, por servir en forma infalible a Lord Darlington.
En 2003, Guy Maddin adaptó un guión original de Ishiguro para realizar The saddest music in the world, y dos años más tarde el novelista escribió la historia de La condesa blanca, filme de James Ivory con Ralph Fiennes y Natasha Richardson, ambientado en el Shanghai de los 30.
Su novela Nunca me abandones (1995), una ficción distópica, donde los jóvenes son clonados para luego donar sus órganos, fue llevada al cine en el 2010 con guión del propio Ishiguro y dirección de Mark Romanek. La protagonizaban Carey Mulligan, Keira Knightley y Andrew Garfield como los tres amigos que se conocían en el internado. En 2016 la televisión japonesa realizó además una serie a partir de esta narración.