Había que ir y chequear si la crisis había tocado el alma de uno de los eventos más apreciados de la Riviera Francesa. O, por el contrario, si la dignidad del mejor ejemplo de glamour seguía intacta. Sólo una cosa estaba clara de antemano: que aparte del usual prestigio con que directores, productores y actores teñirían la alfombra roja del Festival de Cannes este año, volvería a haber belleza. No asociada a las mismas celebridades de siempre enfundadas en valiosos ropajes de autor, sino más bien, a esos jóvenes rostros que L'Oréal Paris tiene por embajadores de belleza.
Eran 10 las portavoces encargadas de cautivar durante los 11 días que duraría la versión número 62 del Festival de Cannes, pero fue imposible no fijar la mirada sólo en una, en una mestiza de ojos verdes y pelo rubio electrizado llamada Noémie Lenoir.
Francesa nacida en los suburbios de París, lleva 13 años encumbrándose en la esfera del modelaje. Sólo le bastaron dos años al comienzo de su carrera para convertirse en una de las más destacadas de la camada del siglo XXI. A los 17 años, ya salía en la portada de Marie Claire y modelaba para reconocidas marcas, y a los 19 partía decidida a Nueva York, dispuesta a todo para tocar el cielo. Hoy, con 29, no sólo tiene importantes pasarelas en su cuerpo, sino que toda una colección de importantes portadas. Revistas femeninas y masculinas incluidas.
Había que conocerla. Estando en Cannes, ¿cómo no?
EN EL MARTINEZ
En el séptimo piso del hotel que lleva este nombre que parece chileno pero que no lo es en ningún caso, está instalado el equipo de L'Oréal París, patrocinador oficial del Festival de Cine de Cannes. Se ve que eligieron este espacio por su amplitud, pero también por su elegancia: el hotel Martinez es uno de los más lujosos de la Provence –y de Europa, por cierto–, y el último de sus pisos funciona perfecto para el abultado cortejo de maquilladores, asesores de prensa, relacionadores públicos, fotógrafos y brand managers que trabajan para la marca francesa. La terraza que da a la calle debe ser una de las más envidiadas de todo Cannes. Hay 26 grados, una humedad que raya en lo insoportable y la brisa que corre ahí reconforta.
Revista Mujer está ahí, dominando las playas más famosas de la Costa Azul desde lo alto y esperando a Noémie Lenoir. ¿Estaría en lo mismo que Elizabeth Banks y Ayshwarya Rai cuando arribaron al porche del hotel dos días antes? ¿Estaría recibiendo ovaciones al momento de levantar sus anteojos de sol?
A la salida del ascensor, en el séptimo piso, cuelga un dibujo de trazo conocido, uno que –tomando el riesgo– pertenecería a Picasso. A veces se pasea un guardia por delante y a veces no. Los pasajeros del Martinez no deberían hacer cosas malas. He ahí lo intermitente de la vigilancia.
Noémie aparece sonriente en la terraza, con el pelo cuidadosamente desordenado y empinada sobre unos tacones que muestran sus piernas interminables. Lleva puesto un trajecito de dos piezas color blanco invierno. Debe saber que es el color más adecuado para fotografiarse a plena luz del día. Su voz es ronca y su acento inglés, muy afrancesado. Sus halagos, inesperados: "¡Qué cool tus leggins!", dice.
Excelente frase para quebrar el hielo, pero urge volver a lo suyo. Es su séptima vez en el Festival de Cannes; siete años, por lo tanto, que lleva ostentando el título de embajadora de belleza de L'Oréal Paris. "No me canso de venir nunca. Amo esta compañía, me encanta su maquillaje. ¿Qué más puedo pedir? Esto me da la oportunidad de que la gente vea mi tipo de piel y sepa con qué tonos maquillarse".
Es difícil definir el tipo de belleza que tiene Noémie Lenoir. No basta con decir "exótica" o "étnica". A ella misma, incluso, le cuesta definirla. A veces prefiere explicársela hurgando en sus ancestros, en la mezcla que resultó de la unión de un padre francés y una madre malgache que dio como resultado a una mujer de 1,78, de ojos verdes y de medidas perfectas.
DEL SUBURBIO A LA CAPITAL
Noémie tenía 16 años cuando, parada en una fila de la oficina de correos de su vecindad, un representante de Ford Models se le acercó y le preguntó si quería convertirse en modelo. "Me sorprendió, porque no lo tenía pensado. Yo quería terminar el colegio y luego estudiar medicina veterinaria, y cuando me lo propusieron ni lo dudé", cuenta. Claro que antes de dar el salto de París a Nueva York, decidió terminar sus estudios. Tenía 19 años cuando se sintió lista para partir.
"Mi mamá siempre estuvo conmigo. Creo que el éxito de mi carrera se debió en gran parte a la presencia de buena gente. Podría haber gastado todo mi dinero, podría haberme metido en drogas o un montón de cosas malas, pero no lo hice", dice. Noémie Lenoir pasó toda su estadía en Nueva York junto a su madre. Luego, cuando regresó a París, siguió con la misma dinámica. "En realidad se da hasta hoy: ella sabe hacia dónde viajo, en qué estoy trabajando y cosas así", comenta bromeando por lo mimada que es.
La francesa oriunda de Versalles despegó en corto tiempo al principio de su carrera. No hizo más que pisar Nueva York y empezó a desfilar para las colecciones de otoño Ralph Lauren y Vera Wang. Lo mismo haría en 2000 para Oscar de la Renta. En ese desfile ocurrió algo que impactó a varios del mundo de la moda: activistas contrarios al uso de pieles subieron a la pasarela y trataron de obstaculizar su paso. Ante eso, Noémie reaccionó con espontaneidad y carácter: dio un paso al lado y continuó camino. Esa actitud la catapultó ni más ni menos que a la pasarela de Milán, de la mano de Gucci.
Lo que vendría después sería una lluvia de portadas: Elle, Mademoiselle, Interview, Vogue USA, Allure, Marie Claire, Cosmopolitan, Glamour, Esquire… Eso sin contar en las que posó cuando regresó a Europa y que hablaban de una modelo más consagrada: Vogue Italia, Cosmopolitan Francia y Vanity Fair, entre otras. Se convirtió en una de las más cotizadas, en una que entró al selecto ranking de las retratadas por los fotógrafos más top de la industria de la moda. Posó para Mario Testino (entre sus fotografiadas están Madonna y Diana de Gales), para Steven Meisel (el estadounidense que hizo su carrera en Vogue USA y Vogue Italia, al amparo de Anna Wintour y Franca Sozzani), y para otros tan prestigiosos como Michael Thompson, Peter Lindbergh, Patrick Demarchelier, Peggy Sirota, Thomas Schenck, Craig McDean, Kelly Klein y Ellen Von Unwerth.
Mención especial merece la fotografía que hizo en 2001 para el calendario Pirelli. Pasó por el lente de Mario Testino y quedó convertida en la chica de octubre. Esa sola aparición marcó su gran salto, pues el calendario es conocido por ser una de las plataformas más importantes para la carrera de una modelo. El otro impulso lo recibió de la revista deportiva americana Sport Illustrated, responsable de la fama de top models como Elle McPherson. Para la edición Trajebaños 2000 y 2001, Noémie dejó a más de uno con la boca abierta.
Durante estos continuos 13 años de trabajo, esta francesa ha sumado también una larga lista de campañas publicitarias. Entre ellas Gap, H&M, Tommy Hilfiger, Ralph Lauren Jeans, Anne Taylor, Pantene Europe, Victoria' Secret y, hace poco, Marks & Spencer, el retailer más grande de Gran Bretaña. Una publicidad que la posicionó más que bien dentro de los rankings, justo al lado de Twiggy, de hecho.
LA OTRA NOEMIE
En 2004, la bella modelo mestiza se casó con el conocido jugador de fútbol congoleño (nacionalizado francés) Claude Makelele, quien por años fue figura central del Real Madrid, luego del Chelsea y ahora del Paris Saint Germain. Ella no habla de él cuando se le pregunta si viaja con "su familia" cada vez que tiene que subirse a un avión por trabajo.
Solamente responde por su hijo de 4 años, Keylan. "Él se tuvo que quedar en Nueva York, porque está con colegio. Pero me voy mañana, así es que lo veré luego", dice. Esa es la única parte "dura" para ella: no poder estar con su hijo todo lo que quisiera. Pero fuera de eso, adora viajar. "Eso de que un día me toque ir a China, otro día a Hong Kong y luego a Malasia, porque soy una mujer que habla en nombre de L'Oréal y lo representa".
Lenoir es hoy una mujer ocupada, llena de compromisos en todo el mundo. A veces, de los siete días que tiene una semana, tres está viajando. No sólo por su rol como embajadora de belleza de L'Oréal, sino también por la participación que tiene en instituciones benéficas –como Media Handicap–, por sus trabajos publicitarios y por las películas que le toca filmar (hasta ahora, sólo en papeles secundarios).
En 2002 le ofrecieron su primera oportunidad como actriz, en el rol de cortesana, en el filme Asterix y Obelix: Misión Cleopatra, protagonizada por Jamel Debbouze, Gerard Depardieu y Monica Bellucci. Luego le llegaron otras ofertas que no dudó en aceptar: entre ellas, Gomez y Tavares, After the Sunset –donde compartió pantalla con Salma Hayek y Pierce Brosnan– y Rush Hour 3, con Jackie Chan y Chris Tucker como protagonistas.
Tiene más proyectos en el área. Pero no puede hablar de los que está concretando en estos momentos. "Es que mañana me reuniré temprano con el realizador… Hasta el año 2008 sólo me enfoqué en modelar, pero ahora daré un giro. En septiembre me iré a Los Ángeles con toda la familia, tomaré clases de actuación y perfeccionaré mi inglés. En diciembre empezaría a rodar mi primera escena para una película inglesa ambientada en el siglo XIX". Cuenta que su hijo aún no lo sabe, porque no está segura de que a los 4 años pueda entenderlo, pero lo importante para ella es que su mamá está de acuerdo.
No es que la francesa vaya a dejar de modelar, sino que simplemente cambiará de rol por un tiempo. "Pienso que le he dado demasiado al modelaje, y ahora quiero probar mis habilidades. Es difícil pasar de ser una modelo a convertirse en una actriz. Es una difícil transición. Obviamente me dan miedo algunos desafíos, como hacer un desnudo, que son cosas que siento que una actriz hace con más naturalidad que una modelo. Pero trataré de hacer lo mejor", afirma mientras toma un sorbo de agua mineral.
El agua es algo que esta modelo no pierde de vista. Terminada la entrevista, se acerca a un rincón de la elegante terraza y toma otra botella. "Si me preguntas cómo lo hago para lucir bella –aparte de llevar mi máscara, mi blush, mi labial y de echarme cremas todas las noches–, te diría que la clave está en la cantidad de líquido que tomo. También me preocupo de comer y dormir bien. Como estoy viajando constantemente y estoy sometida a los cambios de huso horario, me preocupo de no descuidar esa parte. Por supuesto que hago mucho ejercicio, además de todo; nado en cada lugar que puedo", comenta Lenoir.
Noémie confiesa que antes de ser invitada a formar parte de la "familia L'Oréal" –que este año cumple 100 años de existencia en el mercado de la cosmética femenina– no se maquillaba de la misma manera como lo hace ahora. "Han pasado más de 10 años desde que empecé en esto y, obviamente, mi manera de pintarme cambió. Aprendí que siempre hay una parte del rostro que se puede destacar y que dedicarle tiempo a esto es entretenido".
Estudiosa como se describe, dice que ha aprendido muchos trucos para lograr el maquillaje perfecto. "A veces me veo dándole consejos a mi mamá".
Es hora del retoque. La Lenoir está a pocas horas de pisar la alfombra roja y el maquillaje tiene que cambiar.