"Heberto, yo no he tenido actitudes contrarrevolucionarias", dijo Norberto Fuentes al tomar la palabra la noche de 29 de abril de 1971. Era una jornada suficientemente tensa, pero de todas formas el escritor y periodista salió a desmentir al poeta Heberto Padilla, que lo había acusado a él -y a otros escritores- en el curso de una agria autocrítica pública tras 37 días detenido por "actividades subversivas" contra la Revolución Cubana. Estaban en una reunión de la oficialidad cultural castrista y corrían horas clave para el infame Caso Padilla, la herida que dividió a la intelectualidad del planeta en relación de Fidel Castro.
Años después, Fuentes ingresaría al círculo íntimo de Castro, pero al entrar en pugna con el poder terminaría en el exilio en 1994. Encontró domicilio en Miami, donde Padilla llevaba casi 15 años. Habían sido amigos, siguieron siendo amigos. El poeta nunca se recuperó de su derrota contra la Revolución. Autores como Mario Vargas Llosa, Jean Paul Sartre y Juan Rulfo le habían dado su apoyo público; él no pudo corresponderles: se acusó de difamar a Cuba.
"Padilla fue siempre un hombre equivocado", dice Fuentes desde Miami. Autor de una biografía novelada de Castro y, entre otros, la controvertida novela Condenados de Condado, conoce íntimamente los pormenores del caso. En su versión, más que poner en aprietos a Cuba, el proceso permitió a Castro saber quiénes estaban con él: "Con todo respeto y cariño, pero a quién cojones le importa los 37 días que pasó Padilla en una cárcel en medio de la Revolución. Tuvo el maravilloso efecto de que Fidel aprendió la lección: con los intelectuales no iba a ningún lado".
Fuentes recuerda a Padilla a propósito del anuncio en Cuba de la publicación de un volumen con la obra del poeta. Es un hito: la editorial estatal Letras Cubanas rescata la poesía del autor símbolo de la censura castrista. Fuentes pone paños fríos. Dice que el libro aún no entra a imprenta y que será una edición no vendible, para no tener problemas de derechos con la viuda, Belkis Cuza Malé. Es, agrega, un gesto de la isla al mando de Raúl Castro: "Quedan estas rémoras del Caso Padilla y es hora de acabarlo. Lo hacen para limpiarse el pecho, Cuba está cambiando su imagen".
El quiebre
El inicio fue un libro, Fuera de juego. Ganador en 1969 del premio Unión de Escritores y Artistas de Cuba, generó que la oficialidad castrista sospechara de Padilla. Según Fuentes, en esos poemas más que una crítica a Cuba, Heberto disparaba contra el estalinismo soviético. El poeta venía llegado desencantado de un viaje por la Unión Soviética. Y, dice Fuentes, tenía un plan: "Desde el 67 quiere crear polémicas. Quiere convertirse en una fuerza de poder en la cultura cubana".
Padilla apoya a Guillermo Cabrera Infante, que desde el 65 está en el exilio, y en privado critica a la Revolución y, dice Fuentes, toma la voz para hablar con reporteros internacionales sobre la realidad cubana. Cuando en 1971 llegó a la isla Jorge Edwards para preparar el arribo del embajador chileno, Padilla se puso a su lado. La crisis se desató rápido.
"A Padilla no lo ponen preso por la poesía. A Fidel qué le importa un libro. Dirigía la Revolución", dice Fuentes. "Desde que Edwards llega a Cuba habla mierda de Fidel, y el que se convierte en su interlocutor es Heberto Padilla. El trainer de Edwards es Padilla. Hasta ahí quedó Padilla y también Edwards", explica Fuentes.
Tras informar a Chile de restricciones a la libertad en Cuba, Edwards deja la isla. Castro no lo quiere. El 20 de marzo, Padilla es detenido. Durante los 37 días que estuvo preso, en el mundo se desató una campaña internacional para su libertad. Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Sartre, Simon de Beauvoir, Marguerite Duras, entre muchos otros, apoyan al poeta en una carta. Dos días después de ser liberado, Padilla leyó su inculpación.
"¿Crees que lo soltaron por la presión internacional?", duda Fuentes. "Fidel pone preso a Padilla y sabe las consecuencias. Verá cuáles son los enemigos y los amigos. No va a tener a Padilla mucho tiempo preso. Porque 30 años preso son 30 años de escándalo. La represión en Cuba es utilitaria, no tiene sed de sangre. Además, sabía quién era Padilla: en los expedientes secretos, se llamaba el Caso Iluso. Eso era Padilla, un iluso", dice.
Padilla sale al exilio en 1981. En 2000 muere en EE.UU. Según Fuentes estaba cerca de regresar a La Habana. "Quiso volver. No sólo quiso volver, sino que tuvo conversaciones con la seguridad cubana, en Estocolmo. Eso estuvo presente en nuestro último encuentro, pocos días antes que se muriera", dice Fuentes, que en Miami lo vio siempre como un hombre destruido. "El sabía que había cometido un acto de cobardía sin nombre y pasó toda su vida posterior explicándolo", dice.