SEÑOR DIRECTOR

Si bien la administración municipal de la educación tenía falencias que debían ser corregidas, es innegable que en su carácter local y descentralizado radicaban sus principales virtudes y potencialidades. Esta ventaja, reflejada en una gestión autónoma y cercana a las necesidades de la comunidad, inicia un proceso gradual, pero inexorable, de desvanecimiento con la reciente promulgación de la ley sobre Nueva Educación Pública. La principal característica del nuevo sistema es la centralización de la gestión de los establecimientos educacionales del Estado, la que queda en manos de una nueva Dirección Nacional que depende del Mineduc y a la que le rinden cuenta los 70 servicios locales que reemplazan a los municipios.

Los desafíos que implica el nuevo sistema son enormes y pasan por la implementación de los nuevos servicios, el adecuado manejo de la transición y la autonomía en la gestión de los establecimientos. En cuanto a la implementación, no es evidente que por el solo hecho de traspasar la administración de la educación ésta mejore, considerando que el principal problema radica en las menguadas capacidades de los municipios que no lo han hecho bien en esta materia y que, sobre ese punto, la nueva ley nada agrega.

Respecto de la transición, habrá que ver cómo mantener los incentivos para que los municipios que continúan administrando sus colegios sigan invirtiendo en ellos, sabiendo que en pocos años deberán traspasarlos a otra entidad estatal.

Por último, habrá que velar por evitar que todo el esfuerzo de política pública que se ha hecho respecto de dotar a los establecimientos de mayor autonomía, reflejado en directores empoderados y sostenedores vinculados a la realidad local, choque con la nueva cultura de administración central que la nueva ley impone.

Raúl Figueroa Salas

Director Ejecutivo Acción Educar