Este miércoles el Senado, por 26 votos a favor y dos en contra, le dio el visto bueno final a la creación de la nueva Región de Ñuble, que significó 20 años de lucha por parte del movimiento regionalista local. Ahora, Ñuble por fin será una región, la número XVI, desprendiéndose administrativamente de Biobío y abriendo el debate sobre la pertinencia de crear más subdivisiones territoriales, y cuáles serían sus efectos a nivel interno y en la región "madre".

Esteban Valenzuela, ex presidente de la Comisión Asesora Presidencial para la Descentralización, descarta una avalancha de nuevas regiones. Salvo el caso de Ñuble o Aconcagua, sumando parte del sur de la IV Región, dice Valenzuela, no se justificaría en ninguna otra parte del país donde se oyen voces de separación.

"No da para más, soy partidario de una regla constitucional en que para crear una nueva región hay que tener 30 mil km cuadrados y medio millón de habitantes. Con esa regla no da para más regiones en un ciclo, porque Palena-Chiloé tienen territorio pero no población, y San Antonio con Melipilla pueden tener población pero no territorio", puntualiza Valenzuela. "Técnicamente, no estamos ante ninguna cascada de nuevas regiones", aclara.

Para Guillermo Pérez, investigador Fundación Piensa (dedicada a temas de descentralización), crear nuevas regiones es un contrasentido en el sistema de administración actual. "Cuando se divide una región, se crea otra más pequeña, con menos poder y menos simetría en relación al poder central. Lo esencial, por lo tanto, es fortalecer las estructuras que ya están, y luego de eso empezar a pensar en dividir o crear nuevas regiones. Sabemos que hoy los gobiernos regionales son incompetentes, entonces de qué sirve crear más de lo mismo", advierte Pérez.

La discusión sobre la pertinencia de nuevas regiones se enmarca en un proceso descentralizador aún incompleto y que pretendía entregar mayor autonomía y recursos financieros a cada región. Hoy la nueva Región de Ñuble, como el resto del país, no puede elegir a su primera autoridad por la demora de este y otros proyectos claves que respaldan el proceso descentralizador comprometido por la actual administración.

"Hay que tener claro que el solo hecho de crear nuevas regiones no significa necesariamente avanzar en descentralización y en mejores oportunidades al interior de eventuales nuevas regiones", precisa Heinrich von Baer, presidente de la Fundación Chile Descentralizado.

"La demanda por mayor autonomía en ciertas localidades es consecuencia de la poca atención y trato equitativo de las capitales regionales. Eso pasó en Los Ríos con Valdivia para no depender de Pto. Montt, o de Arica y Parinacota en relación a Iquique, y lo mismo en Ñuble versus Concepción, y lo que quiere hacer Aconcagua con respecto a Valparaíso", plantea von Baer.

"Es, por lo tanto, un llamado de atención para fortalecer los modelos de descentralización intrarregional. Y en el caso de la recién creada Ñuble, hay que esforzarse en que su alegría no se transforme en frustración. Para eso, desde ya debe ser una región piloto de servicios descentralizados, para que en ella no se haga más de lo mismo y no sea solo un redibujo de los límites administrativos", precisa Von Baer.

Para Valentín Volta, ex intendente y consultor de políticas publicas, "la descentralización por la vía de crear nuevas y más regiones no es la fórmula. Lo que se requiere es que las regiones tengan autonomía política y financiera".

Reacción de las regiones

Ñuble se suma así a las últimas regiones creadas en 2007: Arica y Parinacota, y Los Ríos. En esta última, si bien hay más presupuesto disponible, no todas las expectativas se han cumplido según el alcalde de Valdivia, Omar Sabat. "El Estado debe trabajar en nivelar la consolidación de las nuevas regiones, lo que va más allá de tener más presupuesto y autoridades", advierte el edil ante el nacimiento de Ñuble.

En Arica y Parinacota, Vito Alberti, gerente (s) de la Corporación de Desarrollo de Arica y Parinacota (Cordap) opina que separarse de Tarapacá permitió bajar la cesantía "y generar un desarrollo que no ha sido rápido, pero que se ha ido viendo en el tiempo". En el caso de la comuna de General Lagos, la más apartada de esa región, los cambios son relativos. "Antes todo estaba en Iquique, ahora todo está en Arica. Igual estamos lejos, pero la capacidad de respuesta del Gobierno Regional es mucho más rápida. Pero si entramos a la índole municipal es mucho más lenta, porque se relaciona con autonomía, financiamiento y leyes que se crean", explica su edil, Alex Castillo,

La aprobación de Ñuble como región fue aplaudida por los habitante de sus tres provincias, con capital en Chillán, que esperan mejorar su calidad de vida. "Era un sueño de 20 años tener autonomía en el uso de los recursos y también la planificación de 21 comunas, algunas entre las más pobre del país. Se dio una lucha muy especial", señala Sergio Zarzar, alcalde de Chillán.

Ñuble también tiene detractores, especialmente en su región "madre", por la merma en temas económicos y la posibilidad de que Biobío deje de ser la segunda región más importante del país. "Allá (en Ñuble) hay muchas empresas y productores, además de un gran polo turístico. Creo que al dividirnos perdemos solvencia y la potencia económica que tenemos como una sola región", plantea Arturo Dellatorre, presidente de la Cámara de Comercio de Concepción.

Para José Miguel Stegmeier, presidente de Sociedad Agrícola de Biobío, la división es un retroceso. "Estamos generando un Estado más grande e inorgánico, con menos parlamentarios representándonos en el Biobío. El poder central va a tomar una preponderancia que justamente los regionalistas estamos tratando de evitar", advierte Stegmeier.