La llaman "la otra Pompeya" porque, al igual que la ciudad romana, su vecina Herculano fue sepultada por capas de material volcánico tras la más célebre de las erupciones del monte Vesubio, en el año 79 d.C. La destrucción se transformó, con el tiempo, en un lugar que ha permitido preservar parte de la cultura grecorromana.
Allí, a mediados del siglo XVIII, fue descubierta una biblioteca que resultó ser de Calpurnius Piso Caersoninus (Calpurnio Pisón Cesonino), un rico estadista y suegro de Julio César. En ella había cientos de papiros carbonizados, guardados en estantes que cubrían las paredes, un tesoro arqueológico que, sin embargo, no podía ser leído debido a su mal estado. Al intentar abrirlos, el material se perdía.
Aunque hubo esfuerzos previos que permitieron leer fragmentos, sobre todo con la ayuda de cámaras de infrarrojos, los intentos fueron detenidos debido a la cantidad de pergaminos que se destruyeron.
Pero Vito Mocella, físico experto en fotónica del Instituto para la Microelectrónica y Microsistemas del Consejo de Nacional de Investigación italiano (CNR-IMM), decidió aplicar su conocimiento para desarrollar un sistema que permitiera su lectura sin romperlos. En una visita a la Instalación Europea de Radiación Sincrotrón (Esrf), un centro multinacional, ubicado en Francia, que usa la luz sincrotrón (tipo de radiación que se produce cuando las partículas cargadas son aceleradas en una trayectoria curva u órbita) pensó que esa tecnología podría ser efectiva, y lo logró.
Esta semana, junto a su equipo, publicó un artículo en la revista Nature Communications, donde explica que consiguieron detectar letras y palabras desde dos papiros carbonizados, además de un alfabeto griego completo.
El procedimiento realizado, llamado tomografía de rayos X por contraste de fase (XPCT) -utilizado en medicina- les permitió distinguir la tinta negra de la hoja de papiro carbonizada, debido a una pequeña diferencia en la forma en que los dos materiales refractan los rayos X.
"Funciona, porque el contraste de fase es sensible a la desviación debido a la refracción. La tomografía computarizada habitual sólo es sensible a la absorción, mientras que la tinta a base de carbono y el papiro carbonizado son muy similares", explica Mocella a La Tercera.
Las palabras "caería" y "diría", además de "negar" y "de", aparecieron entre los papiros analizados.
"Pudimos extraer algunas letras y palabras, sólo dos o tres. Gracias a eso asumimos el nombre del escritor, sólo por la forma de las letras", dice a La Tercera Emmanuel Brun, coautor del estudio e investigador del Esrf. Ese autor sería el filósofo y poeta epicúreo Filodemo de Gadara, que pudo haber escrito el texto en el siglo I a.C.
Según los investigadores, el siguiente paso es mejorar la técnica para seguir analizando los papiros. "Ahora buscamos más recursos y nuevos algoritmos para recuperar parte significativa del texto", dice Mocella. Lo que comenzarán a preparar en los próximos meses.