Por una u otra razón las agendas no calzaron. Era julio de 2016, y en Avignon, al extremo sur de Francia, se vivía el festival de teatro que cada año agita las aguas del río Ródano y dicta pauta además en la escena mundial. Hasta allí había llegado el periodista, crítico y académico argentino Federico Irazábal (1974), quien hacía pocos meses había asumido la dirección artística del Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires (Fiba), la principal vitrina escénica del país vecino, luego de la salida de Darío Lopérfido.
En su rol de programador, Irazábal insistió en reunirse con la directora francesa Maëlle Poésy (1984), quien entonces deslumbraba a la crítica de su país con las puestas en escena de El canto del cisne y El oso de Chéjov. Ya reunidos ante un café, sin embargo, lo que convenció al gestor no fue el trabajo en solitario de la joven realizadora, sino su encuentro con otros cuatro intérpretes provenientes de España, Brasil, Uruguay y Argentina.
"Coincidieron en una residencia artística en el Lincoln Center de Nueva York, donde Maëlle conoció a Jorge Eiro, un director argentino a quien yo también conozco muy bien", cuenta Irazábal, al teléfono desde Buenos Aires: "La beca había terminado hacía tiempo, pero ellos seguían en contacto a través de Skype, hablando sobre la política de sus países y cómo estaban viviendo distintos hechos desde cada uno de los territorios. Cuando me contó esto, le dije 'no quiero tu obra, quiero esto en Fiba'", agrega.
Los intercambios virtuales entre Poésy y Eiro, además de Lucía Miranda (España), Pedro Granato (Brasil) y Florencia Lindner (Uruguay) -todos entre los 32 y 36 años- apuntaron desde entonces a encontrar un formato teatral que pusiera en escena los debates que habían sostenido sin mayor propósito. El resultado se tradujo en una obra, País clandestino, un texto anclado al género documental y que tras su estreno en Buenos Aires, donde mañana arranca la 11° edición del Fiba, aterrizará el sábado 14 de octubre en el Municipal de Las Condes como parte de la cuarta extensión del certamen en Chile, impulsada por Fundación Teatro a Mil.
"No es teatro documental específicamente, pero le anda cerca", dice Irazábal. "Con una estética muy contemporánea, muy posdramática, nos vamos a topar con el pensamiento crítico y las biografías de cinco artistas jóvenes que emiten su propia mirada respecto del acontecer de sus países, recorriendo desde la macropolítica y coyuntura, hasta el impacto que la misma ejerce sobre sus cuerpos", agrega.
Del atentado al semanario francés Charlie Hebdo en 2015, a la posterior destitución de Dilma Rousseff en Brasil, el texto bajo la dirección de Poésy y Eiro calzaba a la perfección con el sello de la nueva edición del festival, explica su director: "Yo me desarrollé como investigador del teatro político contemporáneo, y era obvio que todo eso que estaba muy presente en mi pensamiento estético, irremediablemente estuviera en Fiba y en las tres obras que ustedes podrán ver en Santiago".
Música y muerte
Es domingo por la tarde, y una solitaria anciana, Constanza, ensaya la ficción a la que todos temen: la muerte. Mientras hace aseo en su casa, dos seres fantásticos la visitan, aconsejan y guían hacia su anunciado final. Constanza muere, del dramaturgo y director argentino Ariel Farace (1982), estrenada el año pasado en el off porteño, será la única producción ciento por ciento argentina en desembarcar en Chile por la extensión del Fiba, este sábado 7 y domingo 8. "Es parte de la selección nacional, y aunque había varias obras imperdibles nos pareció que era necesario verla por la forma en que aborda la muerte, alejándose de convenciones y restricciones morales", dice Irazábal.
The Tiger Lillies perform Hamlet, en tanto, el montaje que traerá de vuelta al país al trío musical británico conocido por su humor negro y punk brechtiano, será el tercero en cruzar la cordillera y el que inaugurará además el Fiba en el Teatro San Martín. Con funciones el 12 y 13 de octubre, y sobre el mismo escenario, uno de los grandes clásicos de Shakespeare y del teatro universal, por cierto, se vuelve una fusión de música e imágenes, además de una demostración de virtuosismo. La tragedia del príncipe de Dinamarca acontece en un cabaret habitado por seres tan oscuros como sus propósitos, y según Irazábal "es una versión deliciosa, y desde el punto de vista sonoro, vocal, musical y teatral, es deslumbrante".
2666 y la presencia local
Del Cervantes al Colón, la 11° versión del Fiba se desplegará, durante 17 días, por 38 salas de la capital argentina hasta el 21 de octubre. Organizado por el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 65 espectáculos de 14 países, incluido Chile, articulan su más ambiciosa versión. "La he denominado transnacional y extensiva", explica su director. "La idea fue expandirnos y desbordar las salas, así como potenciar su capacidad productiva y no solo quedarnos como exhibidores de obras", agrega.
La única carta chilena la jugarán los integrantes de la compañía La Re-sentida, encabezada por Marco Layera, cuando Tratando de hacer una obra que cambie el mundo llegue al Teatro San Martín este viernes, sábado y domingo. Sin embargo, la apuesta más ambiciosa del certamen, según Irazábal, también involucra a otro chileno: el debut en Latinoamérica de 2666, de Roberto Bolaño, en la versión que el director francés Julien Gosselin estrenó en el Odeón de París en 2016.
El montaje de 12 horas de duración, sin embargo, no llegará a Chile, explica Irazábal: "Soy un fanático de Bolaño, y cuando vi esta versión en Avignon no lo pensé dos veces. Había que traerla. Desde luego pensé en que sería justo que el montaje estuviera también en Santiago, pero por cuestiones logísticas no se logró el acuerdo", concluye.