La rotura de un iceberg en la Antártida del tamaño de Luxemburgo podría afectar los patrones de circulación de los océanos y ser un presagio de los cambios que vendrán debido al calentamiento global, dijo un equipo de científicos de una misión en el congelado continente.
En febrero del 2010, un iceberg de 2.500 kilómetros cuadrados se separó de una lengua gigante de hielo del glaciar Mertz tras ser embestido por otro iceberg aún más grande.
La lengua de hielo, que sobresalía hacia el océano Antártico, actuaba como un dique de contención, impidiendo que el hielo marino entrara en una zona de agua permanentemente abierta hacia el oeste.
Pero ahora, al haberse perdido la lengua de hielo en la colisión, los científicos temen que se desaten cambios en el comportamiento de una gran parte de los patrones de circulación de los océanos en todo el mundo, que cambian la temperatura en las corrientes en el planeta en la superficie y en el fondo.
La zona alrededor de la lengua -reducida a la mitad por la colisión- y hacia el oeste son uno de los pocos lugares en la Antártida en los que se forma agua salada y densa que se hunde en las profundidades del océano, dijo el lunes el líder de la misión, Steve Rintoul.
Este agua densa del fondo, como se llama, es un factor clave en el cambio de la circulación mundial, en el que se incluye la corriente que lleva aguas calientes del Atlántico a Europa occidental.
Pero Rintoul dijo que hay un riesgo de que la zona pueda ser ahora menos efectiva a la hora de producir el agua de fondo que alimenta las corrientes oceánicas profundas, que influyen en los patrones del clima mundial.
"Este es uno de los pocos lugares en la Antártida en los que el agua de la superficie se hace lo suficientemente densa como para hundirse en el océano profundo", explicó a Reuters desde el rompehielos Aurora Australis, cerca del glaciar situado a unos 2.500 kilómetros al sur de Hobart, capital del estado australiano de Tasmania.
"Si la zona es menos eficaz a la hora de formar menos agua densa, entonces esa salinidad sería ahora menor de lo que lo era en el pasado", agregó.
Rintoul encabeza un equipo internacional de casi 40 científicos embarcados en un viaje para estudiar las consecuencias de la pérdida de la lengua del glaciar, así como los cambios en las temperaturas del océano, su salinidad y acidez.
Los océanos se comportan como frenos del cambio climático al absorber grandes cantidades de calor y dióxido de carbono, el principal gas con efecto invernadero.
Pero cuanto más dióxido de carbono absorben, más ácidos se vuelven, lo que dificulta que algunos animales como los caracoles marinos hagan sus conchas.
El equipo de Rintoul tomó muestras en la zona para medir la salinidad, la temperatura, el oxígeno y el carbono, y en las próximas semanas estudiará los resultados.
Estudiar los daños en el glaciar de Mertz podría ayudar a proyectar cambios futuros en el clima, dijo.
Al calentarse los océanos, el agua más cálida podría aumentar probablemente el ritmo al que se derriten estas lenguas flotantes de hielo, dijo, lo que expondría a los glaciares en el continente a aguas más cálidas.
Esto supone que haya un riesgo de que se acelere el ritmo al que se derrite el hielo y de su caída al océano, aumentando los niveles del mar.