Un agujero negro con una masa estelar bastante más grande y distante que los hasta ahora conocidos fue detectado por los astrónomos de la Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Austral (ESO), quienes utilizaron el telescopio "Very Large" para llegar a esta galaxia donde se encuentra este agujero, el cual señalan que es quince veces más pesado que el Sol.
Los agujeros de masa estelar encontrados en la Vía Láctea llegan a pesar hasta normalmente diez veces la masa del Sol y ciertamente no son tomados a la ligera, pero fuera de nuestra galaxia no son tan tomados en serio. Este agujero negro recientemente hallado es uno de sólo tres objetos de este tipo descubierto hasta ahora.
Según lo señalado por la ESO, el objeto se encuentra en una galaxia espiral llamada NGC 300, ubicada a seis millones de años luz de la tierra. "Es el agujero negro de masa estelar más distante que se haya pesado y es el primero que hemos visto fuera de nuestro propio vecindario galáctico, el Grupo Local", señala Paul Crowther, Profesor de Astrofísica en la Universidad de Sheffield y autor principal del artículo que dio cuenta del estudio.
La curiosa compañera del agujero negro es la estrella Wolf-Rayet, que también tiene un masa grande, unas veinte veces superior al Sol. Las estrellas Wolf-Rayet están cerca del fin de sus vidas y expulsan la mayor parte de sus capas exteriores a sus alrededores antes de explotar como supernova, con sus centros implosionando para formar agujeros negros.
"Esta es una pareja realmente 'íntima'", señala el colaborador Robin Barnard. "Cómo se formó un sistema tan firmemente unido, aún es un misterio". La información muestra que el agujero negro y la estrella Wolf-Rayet bailan entre sí en un vals diabólico en un período de 32 horas, señalan los expertos, los cuales también descubrieron que el agujero negro está arrancando materia desde la estrella a medida que se orbitan mutuamente.
En menos de un millón de años será el turno de la estrella Wolf-Rayet de transformarse en una supernova y convertirse en agujero negro. "Si el sistema sobrevive a esta segunda explosión, los dos agujeros negros se fusionarán, emitiendo abundante energía en la forma de ondas gravitacionales a medida que se combinen", concluye Crowther. Sin embargo, tomará unos cuantos de miles de millones de años hasta que se fusionen realmente, tiempos mucho más extensos que la escala de tiempo humana. "No obstante, nuestro estudio muestra que dichos sistemas podrían existir y que aquéllos que ya han evolucionado en agujeros negros binarios pueden ser detectados mediante investigaciones de ondas gravitacionales, tales como LIGO o Virgo".