Nombrado hoy arzobispo de Canterbury, el obispo de Durham, Justin Welby, es un ex ejecutivo de la industria petrolera, implicado en temas de ética financiera y defensor de una línea moderada en los espinosos temas que dividen a la Iglesia de Inglaterra.
Casado y padre de cinco hijos, este hombre delgado de 56 años, de frente despejada y discretos lentes, era mucho menos mediático que otros candidatos a primado, y lleva apenas un año como obispo.
Este londinense, cuya madre fue secretaria personal de Winston Churchill y cuyo padre comerciaba alcohol en Estados Unidos en la época de la Prohibición, tuvo una educación elitista. Estudió en el famoso Eton College y luego en la Universidad de Cambridge, donde se licenció en Derecho e Historia.
Trabajó luego durante 11 años para empresas petroleras, cinco de ellos en París, donde residía con su esposa Caroline y su primogénita, Johanna, fallecida trágicamente en un accidente de coche en 1983 a los siete meses de vida.
A su regreso a Londres, fue director financiero de Entreprise Oil, pero su vida cambió radicalmente en 1987. Un día, estando en una iglesia, sintió según sus propias palabras "una llamada ineluctable" de Dios, y decidió seguirla.
En 1992, fue ordenado diácono después de unos estudios de teología en los que escribió una memoria titulada "¿Pueden pecar las empresas?"
Su recorrido hizo de él una autoridad en materia de ética en el mundo de los negocios y fue nombrado miembro de la comisión parlamentaria encargada de investigar el reciente escándalo sobre la manipulación de la tasa interbancaria Líbor.
El obispo, convertido ahora en líder espiritual de 77 millones de anglicanos en todo el mundo, no duda en criticar los excesos del mundo capitalista y en mostrar su respaldo a los más desfavorecidos.
"La Iglesia y su clero deben asegurar que están del lado de los pobres. Tenemos que hablar del bien común", dijo en una entrevista difundida en 2011 por su diócesis de Durham (nordeste de Inglaterra).
En cuanto a sus esperadas posiciones sobre los temas que desgarran desde hace años a la Iglesia anglicana, este representante del ala evangélica (conservadora) parece moderado. Se declara favorable a la ordenación de mujeres obispo y es contrario como la mayoría del episcopado anglicano al matrimonio homosexual.
Está, por otra parte, comprometido con el diálogo con la Iglesia Católica. "Trabajo estrechamente, desde hace muchos años, con amigos católicos que encuentran simplemente incomprensible que reflexionemos sobre la ordenación de las mujeres. Discutimos, aunque seguimos siendo amigos muy cercanos", aseguró en la misma entrevista del año pasado.
Ex deán de la catedral de Liverpool, su recorrido le llevó a aplicar también la mediación y la reconciliación en países presa de la violencia como Nigeria, adonde viaja regularmente.
Y cuando se le pregunta sobre cuál es su equipo de fútbol preferido, se limita a contestar: "He pasado cinco años trabajando en resolución de conflictos y tratando de sobrevivir en medio de una guerra civil, o sea que no voy a responder a esta pregunta".