"Los fans aquí son groseros". Estas fueron las declaraciones del ala-pivote estelar de Golden State Warriors, Draymond Green, cuando le consultaron sobre la afición de Cleveland Cavaliers, tras el cuarto duelo en el Quicken Loans Arena y que se ganaron los locales.
Allí, en casa de Lebron James, la imagen de Green genera repudio. Y es que el multifacético jugador de los Warriors opaca su gran capacidad con un fuerte carácter que simplemente, gana mayor cantidad de detractores tras cada cada actuación. Porque cuando un cobro arbitral no le parece, su reacción de desagrado saca ronchas entre sus rivales y afición. Y en cada balón que disputa, va con vehemencia, sin importar los resultados. Juega siempre al límite de las agresiones, tal como ocurrió el pasado viernes en Ohio.
Cuando los Cavaliers vencían por 37-27 a GS, un salto entre James y JaVale McGee tuvo como resultado que el balón fuera hacia Green. En la disputa, forcejeó con Iman Shumpert y el nuevo chico malo de la NBA le conectó un manotazo directo en el rostro. Apenas escuchó el silbato arbitral, se volvió loco. Gesticuló y buscó respuestas con sus reiteradas expresiones de frustación y enojo, algo que ocurre cada vez con más frecuencia. Los jueces encabezados por Mike Callahan dieron a entender que la falta técnica había sido para él. El público ya se imaginaba una nueva expulsión como en las Finales de 2016.
Fue en el tercer cuarto, cuando Green buscó anticipar un pase de Kyrie Irving a Kevin Love, cuando el tema explotó. En la intercepción, el jugador de los Warriors cometió falta. Reclamó. Era su segunda técnica y expulsión del partido. Pero lo increíble ocurrió. No fue sancionado porque la primera falta técnica había sido cobrada en contra de Steve Kerr, coach de los visitantes que tras el codazo de Green a Shumpert corrió en dirección a los árbitros para reclamar.
Mientras Irving cobraba la técnica con acierto, el público lo insultaba y Green abría sus brazos como pidiendo más insultos de manera. Parecía disfrutarlo.
No contento con su actuación, cuando corría el minuto 6 del último cuarto, saltó descontroladamente ante la presencia de Tristan Thompson para buscar un rebote. Otro claro manotazo en el rostro del jugador de los Cavaliers y otro hecho que acrecienta la imagen de rebelde de Green.