El nuevo gobierno japonés, surgido de las elecciones del 30 de agosto, revisará de manera consistente los objetivos de reducción de gases contaminantes para la atmósfera, con la intención de frenar el recalentamiento global.
El nuevo gobierno del Partido Demócrata buscará aumentar la reducción de las emisiones nocivas, pasando del 8 al 25 por ciento para 2020 respecto de los niveles registrados en 1990, y está dispuesto a asumir al respecto una posición de referencia a nivel internacional.
"La reducción del 25 por ciento es una de las promesas a los electores de nuestro manifiesto programático", explicó hoy el futuro premier nipón, Yukio Hatoyama, que hizo del giro ecologista un punto crucial de su campaña electoral.
REFERENCIA INTERNACIONAL
Hatoyama fue más allá en su intervención durante una reunión internacional sobre el cambio climático organizada por el diario Asahi Shimbun.
"Es nuestro preciso deber -indicó- intentar llegar al objetivo, usando todos los instrumentos en nuestro poder, así como establecer un esquema equitativo y eficaz de referencia internacional capaz de involucrar a los principales países en la lucha contra el recalentamiento global".
También los países en desarrollo deben hacer su parte en un plan de "desarrollo sustentable y eliminación de la pobreza, siguiendo responsabilidades comunes pero diferenciadas".
Hatoyama agregó que presentará su iniciativa en la cumbre sobre el clima que se realizará en las Naciones Unidas el 22 de septiembre, una conferencia clave en vista de la reunión de Copenhague del próximo diciembre, que deberá trazar un nuevo esquema global para reemplazar el Protocolo de Kyoto de 1997.
"Pero apenas el nuevo gobierno haya asumido, comenzaremos a construir una sociedad no dependiente del monóxido de carbono", anunció el futuro jefe de gobierno.
Hatoyama subrayó las grandes oportunidades que se abren frente al país: el desarrollo de autos eléctricos y la energía solar crearán "nuevas fronteras y nuevos puestos de trabajo".
TEMA QUE DIVIDE
El tema de la reducción de emisiones, y sobre todo su impacto real en la economía japonesa -la segunda del planeta- dividió y sigue dividiendo al país, entre los defensores de una actitud más cuidadosa, y los ecologistas que piden un compromiso mayor.
El presidente de la Keidanren, Fujio Mitarai, hizo saber varias veces, también a Hatoyama, que es contrario a objetivos demasiado duros para el sector, sobre todo en tiempos de crisis económica: "Es necesaria una profunda discusión para estudiar a fondo el impacto de las medidas sobre la gente y la economía", aseguró.
La semana pasada el actual ministro para las Políticas Económicas, Toshihiro Nikai, había advertido que bajar un 25 por ciento respecto de los niveles de 1990 podría costarle a cada japonés unos 360.000 yenes al año.