El nuevo guardián del piñerismo
Desde que dejó La Moneda en 2010, Gonzalo Blumel se ha convertido en un hombre clave para el ex Presidente Sebastián Piñera. Cercano a Evópoli y miembro de una banda de música folclórica, el ingeniero civil de 38 años es quien está a cargo del programa que está preparando el ex mandatario para intentar llegar a La Moneda por segunda vez.
La primera vez que Gonzalo Blumel estuvo con Sebastián Piñera fue al otro lado de la mesa. Aunque fue una reunión social, Piñera entonces era dueño de Bahía Coique y Blumel era el Serplac de la Municipalidad de Futrono. Había llegado ahí como parte del programa de Jóvenes al Servicio de Chile que organizaba la Fundación Jaime Guzmán, y en vez de quedarse un año en el sur, se quedó tres.
Allá le tocaba lidiar con Rafael Ariztía, quien le veía el proyecto inmobiliario a Piñera. Conflictos menores, como el acceso a la playa o el retiro de basura, pero aún así Blumel representaba al sector público y Piñera hacía negocios.
Piñera o SP, como le llaman sus colaboradores, no sabrá sino hasta hoy que ese día, por allá por el 2003, fue Blumel quien se tomó unas cervezas con él. El ingeniero civil, máster en Birmingham y hoy su mano derecha, nunca le ha contado la anécdota.
La relación entre ambos partió oficialmente en La Moneda, ya sentados al mismo lado de la mesa. Piñera como Presidente y él como jefe de la División de Estudios de la Segpres.
De eso han pasado siete años. Un tiempo en el que Blumel ha ido desarrollando experiencia política y se ganó la confianza del candidato presidencial de la derecha. Es Blumel (38 años, casado, tres hijos) quien arma el programa, configura los equipos y lleva adelante la nueva apuesta de Piñera.
Tipeando contenidos
El link con el ex mandatario fue Cristián Larroulet, pero "de puro patudo", cuenta Blumel, él llegó donde quien fuera ministro Segpres de Piñera. Estando en Futrono, se ganó una beca para estudiar en Inglaterra, pero no le alcanzaba la plata para vivir. Por eso, llamó a Larroulet y le pidió financiamiento a cambio de trabajo en Libertad y Desarrollo cuando volviera. Larroulet no le dio la plata, pero tiempo después, ya en Birmingham, lo llamó para reclutarlo en el equipo del instituto que se preparaba para desembarcar en La Moneda. Blumel se embaló y se volvió a Chile.
El tiempo de la presidencial se acercaba y el ingeniero comenzó a ser mano derecha de Larroulet en los grupos Tantauco. "Partí tipeando los contenidos del programa, hasta que de a poco fui metiendo la cuchara", cuenta. Luego vino el arribo a la Segpres, donde a los pocos meses se hizo cargo de la División de Estudios. Estando en eso, le tocó integrar el comité de comunicaciones de La Moneda, en el que participaba el propio Presidente. "Me pusieron ahí porque, por mi cargo, era el único que no iba toda la semana a Valparaíso. Y ahí conocí directamente al Presidente", cuenta.
Llegó marzo de 2013 y la entonces jefa de asesores de la Presidencia, María Luisa Brahm, pasó a integrar el Tribunal Constitucional. Piñera ya le tenía el ojo echado a Blumel: ingeniero, llegaba siempre a las reuniones con los datos correctos, con las estructuras organizadas. Y lo puso en reemplazo de quien era considerada su mano derecha.
No fue fácil al principio. Su debut no estuvo exento de roces con el equipo que heredó de Brahm. Fuentes que trabajaron en el gobierno atribuyen esos roces a la cercanía de Blumel con Larroulet. Y es que no eran un misterio las tensiones que el ex ministro Segpres mantuvo con Brahm hasta que ella dejó La Moneda en 2013.
Varios ex colaboradores de ese gobierno dicen que el problema entre ambos obedecía a un asunto de diseño institucional: la Segpres y el equipo de Brahm tenían entre sus funciones el seguimiento de las políticas públicas, lo que provocaba una pugna permanente entre ambos grupos.
Hablen con Gonzalo
El martes 28, Piñera recibió en las dependencias de la fundación Avanza Chile a quienes forman parte de su equipo programático en educación.
En una mesa larga se sentaron el senador RN Andrés Allamand, el diputado UDI Jaime Bellolio y la investigadora del CEP Sylvia Eyzaguirre, entre otros. El ex Presidente se encontraba sentado en la cabecera. A su derecha estaba Blumel.
Algunos de los que participaron de la reunión señalan que Piñera fue enfático al señalar que el trabajo del grupo en el futuro iba a ser coordinado por Blumel. A él las sugerencias, a él los comentarios, a él los reclamos.
El ingeniero civil, desde que terminó el gobierno de Piñera en 2010, se ha convertido en el hombre clave del piñerismo en todo lo relacionado con las ideas y las propuestas.
La presentación de los grupos partió con educación, pero para las próximas semanas se espera que se presenten los responsables de lo laboral, seguridad y distintas propuestas programáticas. Todos serán coordinados por Blumel.
Sin embargo, en ese trabajo no estará solo. Miembros de la fundación aclaran que Blumel será el coordinador y que estará secundado por dos personas: el ex contralor Ramiro Mendoza y la subdirectora de Políticas Públicas de Libertad y Desarrollo, Susana Jiménez. Los tres "cabezas" cumplen un perfil similar: son técnicos que han desarrollado un oficio político durante los últimos años.
"Haber pasado por la Municipalidad de Futrono es la mejor escuela política. No es tan distinto a las otras esferas, porque las pasiones humanas no cambian mucho. Lo otro que ha sido fundamental para formarme en la política es ir a la radio. Llevo más de dos años. Partí en La Clave con la Bea Sánchez, con un panel imposible: Francisco Vidal, Tomás Hirsch, Roberto Fantuzzi. Todos los viernes, siempre es un ring de boxeo, y aprender a enfrentarse sin caer en la desesperación y tratar de buscar razones más que pasiones ayuda mucho", dice Blumel.
Los demonios y Dios
Si Blumel tuviera que situarse en algún lugar de la derecha, dice que Evópoli sería su parada. De hecho, estuvo a punto de firmar el carné de militante, pero justo se fue con Piñera como director de la fundación Avanza Chile y consideró que seguir como independiente era mejor.
Aún así, colaboró en un comienzo en la conformación del partido que lidera Felipe Kast e incluso armó una base de datos de ex funcionarios del gobierno de Piñera para facilitar su creación.
En Evópoli, eso sí, no están del todo contentos con él: dicen que estuvo detrás de la grúa que el piñerismo activó para los equipos del programa de gobierno. Que llegó el Piñera candidato y se llevó a varias figuras a su cuartel. Y eso les dolió.
"Creo que soy de centroderecha, pero no voy a caer en categorías. Me encanta Rawls y me encanta Adam Smith. También Locke y, al mismo tiempo, Kant", dice para graficar que no le acomodan las casillas ni se siente interpretado en los últimos debates de los intelectuales de derecha, que se autodefinen entre comunitaristas o liberales. Blumel no está ni ahí con eso. "Lo que más me gusta leer, eso sí, son novelas. Me acabo de terminar Los Demonios, de Dostoievski, me encanta los rusos y franceses del siglo XIX. Pero mi gran héroe literario es Mario Vargas Llosa. Además, me gusta como líder intelectual", dice.
A diferencia de Vargas Llosa, Blumel sí es católico. Creció en un familia católica y de derecha. Su padre, médico talquino, se trasladó a Santiago con su mujer e hijos y no pudo pagar un colegio privado. El nuevo hombre del piñerismo estudió la básica en el Inmaculada Concepción -particular subvencionado- y luego se cambió al Manquehue, en la enseñanza media. "Soy católico, pero independiente. No de movimiento, quizás no tengo la fe que tenía de niño, pero siempre tengo la búsqueda de una cuestión más trascendente. Siento que nacer con una religión es como nacer con un equipo de fútbol. Es muy marcador y no es fácil salirse de eso", acota.
Ingrato
Blumel llega todos los días a las 8 am al edificio de Apoquindo 3000. Lee la prensa, sigue el esquema organizado de reuniones, las que frecuentemente son interrumpidas por la contingencia.
¿Discutes con Piñera?
Claro que sí. No tenemos tantas diferencias de opinión, pero él es abierto a escuchar opiniones diferentes, pero tienen que estar bien argumentadas. El tincómetro no es suficiente. Tenemos una relación bien horizontal. En general, las decisiones del equipo son muy colectivas, tenemos mucha sintonía fina.
Su respuesta también alude a una de las principales críticas que se le hacen a Blumel, esa de que frente a Piñera actuaría como un yes man, alguien que sólo acata y que no cuestiona.
"Gonzalo es una persona de mucha formación personal y al Presidente le gusta porque es trabajador y analítico. No es para nadie alguien que no tenga opinión política propia, y cuando discrepa de Piñera se lo dice con toda claridad", cuenta Larroulet.
Hay quienes sostienen que probablemente va a ser ministro en caso de que Piñera gane el 2018. O bien, que vuelva a ser jefe de asesores de la Presidencia. Ya ha agarrado con Piñera una dinámica que no es fácil de alcanzar. Se entienden y lo sabe leer. El, sin embargo, dice que no quiere ponerse en ningún caso futuro. Lo que sí, nada de cargos de elección popular: "Admiro mucho a quienes salen a pedir su voto. Hay quienes tienen muchas mejores condiciones que yo. Todavía me cuesta la cosa pública. La semana pasada, por ejemplo, fui al programa de Fernando Paulsen en la tele y creo que me fue bien porque estaba muy cansado después del acto de proclamación. No tuve tiempo para ponerme nervioso, y lo pasé bien".
Es como lo que siente cuando pone en práctica una de sus grande pasiones: tocar guitarra y cantar. "Ahí lo paso verdaderamente bien". Sus temas son los Quilapayún, Violeta Parra, Inti Illimani, Congreso, etc. "Estudié guitarra clásica durante tres años en la Escuela Moderna de Música, y con mis amigos formamos un grupo que se llamó Huellantú, que es a la huella del sol. Cuando era chico, tocar guitarra tenía rating; uno iba a las fogatas y cantaba Silvio. Ahora, nada", remata.
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