El presidente electo de Filipinas, Rodrigo Duterte, anunció hoy que utilizará a las Fuerzas Armadas del país para acabar con los policías corruptos y que usen o trafiquen con drogas.
"Los militares son los que van a aplicar mano dura con los policías que estén envueltos en asuntos de drogas", explicó Duterte en una rueda de prensa televisada en directo por la emisora ANC, un día después de ser proclamado vencedor de los comicios del pasado 9 de mayo.
Duterte, que será investido el próximo 30 de junio, insistió en que ejecutará a los traficantes de drogas en su lucha contra el crimen.
"No destruyáis mi país, no destruyáis a la juventud porque si no os voy a matar", aseveró el presidente electo.
Asimismo, Duterte apuntó que luchará firmemente contra la corrupción presente en la mayoría de las agencias gubernamentales, entre las que destacó la Agencia Tributaria, Aduanas y la Agencia de Transportes del país.
"La razón por la que he conseguido la mayoría de los votos en las elecciones no es porque se me conozca. Es porque no quiero corrupción", aseguró Duterte.
"Nada de corrupción. Seré muy duro", reiteró.
El presidente electo también anunció en la rueda de prensa los nombres de algunos de los responsables de varios importantes puestos en su Administración.
Entre ellos, citó al próximo jefe de la Oficina de Inmigración, Jaime Morente (antiguo jefe de Policía del Sur de Mindanao), o el futuro director de la Agencia Antidrogas de Filipinas, Isidro Lapeña (anterior jefe de la Policía de Davao).
Rodrigo Duterte fue proclamado ayer nuevo presidente de Filipinas en un acto conjunto del Congreso y el Senado en Manila que no quiso presenciar porque lo consideró "cursi".
El nuevo mandatario, que sustituirá a Benigno Aquino, se ha hecho con el apoyo de los filipinos gracias a su firme promesa de luchar contra el crimen y las drogas, considerados dos de los mayores problemas del país por sus ciudadanos.
En las elecciones, se hizo con más de 16,6 millones de votos a su favor, cerca de 7 millones de sufragios más que su inmediato perseguidor, el ministro del Interior saliente, Manuel "Mar" Roxas.