"Viaje por la costa y no por el desierto" es la invitación que Atacama extiende para recorrer parte de la región junto al mar y, de paso, conocer uno de los tramos más interesantes del proyecto vial que pretende unir Chile a través de su litoral.
Esta nueva Ruta del Borde Costero, que une Huasco y Caldera, no sólo conectó pequeños pueblos y caletas pesqueras que por años estuvieron aisladadas, sino que, por sobre todo, puso al alcance de todos kilómetros y kilómetros de playas, muchas de ellas casi vírgenes y solitarias, de aguas calmas y tibias.
Algo no muy habitual en nuestro litoral.
De sur a norte, la ruta -de ripio y sal, pero en perfectas condiciones tras una inversión de más de 7 mil millones de pesos- comienza en el puerto de Huasco y se extiende por 174 kilómetros. En rigor, resulta un ahorro de 100 kilómetros frente a la Ruta 5 Norte, pero no de tiempo, ya que el camino no es una carretera, tiene zonas sinuosas y, lo principal, está ideado para sacarle provecho al paisaje, por lo que no es una alternativa para el que va apurado.
Conocido como "el Balcón del Pacífico", en Huasco vale la pena visitar sus dos iglesias. Una con forma de proa y la de Huasco Alto, una de las más antiguas de Chile y declarada Monumento Nacional.
En la caleta se pueden adquirir pescados y mariscos frescos o bien, puede almorzar en cualquiera de sus restaurantes, simples, pero de platos contundentes. Si desea alojar, hay varias alternativas, todas sencillas. Al final de su costanera se inicia la limpia y vasta playa que esconde entre sus dunas el Humedal de Huasco, hábitat de gran variedad de aves en la desembocadura del río que lleva el nombre de la ciudad, la provincia y el valle interior.
Aquí se estableció una red de turismo que ofrece cabalgatas, recorridos en 4x4 y sandboard por las dunas de la Playa Grande, a lo largo del río Huasco, así como por la Ruta de Los Olivos Centenarios, que se interna por el valle para mostrar la producción de aceitunas y aceite de oliva.
Saliendo del humedal, la ruta comienza su peregrinar por solitarias y hermosas playas, con colores que pasan del más intenso azul al más evocador turquesa. La primera, no muy solitaria realmente, es Tres Playitas, muy cerca de Huasco Bajo y cuyo nombre se debe a que unas rocas dividen en tres la porción de arenas grisáceas. No es muy grande, debe tener unos 350 metros de extensión, y sus aguas son tranquilas la mayor parte del tiempo, ideales para nadar. Cuenta con camping.
Más adelante y siempre con el Pacífico a nuestra izquierda, sigue una sucesión de deshabitadas y bellas playas que, en verano, eso sí, suelen llenarse de campistas: Los Toyos, grande, apta para el baño, pesca y deportes y que tiene varias casas de veraneo; Baratillo, que posee una extensa franja de finas arenas ubicada 15 km al norte de Huasco Bajo. Es ideal para caminar y pescar, por lo que en esta época puede ser un sitio perfecto donde detenerse y merendar. Muy cerca, Playa Pozuelo, más pequeña y cercada por grandes roqueríos, resulta perfecta para mariscar. Tiene, además, una gran vista de las playas de este sector.
En su mayoría se trata de playas de aguas no contaminadas, poco oleaje y escasa pendiente. De arenas que van del gris claro al oscuro.
Tras cruzar las de Agua Luna (larga y limpia) y Caleta Angosta, el Parque Nacional Llanos de Challe sale al paso a ambos costados del camino. Con algo de suerte se puede ser testigo de un hecho pocas veces visto: guanacos junto al mar. Un espectáculo que puede apreciarse sin siquiera bajarse del auto.
De todos modos existen senderos, que en pocos minutos desembocan en un puñado de tímidos camélidos que se dejan ver junto a zorros chillas, culpeos, vizcachas, cóndores y halcones que habitan en la típica flora desértica, donde el cactus es protagonista. El parque tiene cámping y sitios para picnic.
Tal vez la playa más recomendable de la ruta sea Playa Blanca, de arenas claras y mar calmo, que poco a poco comienza a ser conocida.
A pocos kilómetros del parque, las playas Los Pozos, Tortuguitas y La Herradura y aparece Carrizal Bajo, antiguo pueblo que vivió gracias al embarque de minerales, pero que se hizo conocido en 1986, cuando se descubrió un masivo desembarco de armas en sus costas y que tenía como objetivo desestabilizar al régimen militar.
Lejos de querer olvidar lo sucedido, la comunidad busca hoy sacarle provecho, creando la excursión a "las cuevas con armas de Carrizal". Un sendero que en dos horas lleva hasta el sitio donde se desembarcaron y escondieron parte de las armas, que llegaron a sumar 75 toneladas. El tour es informal y se contrata directamente con los locales. La playa de Carrizal es apta para el baño. Otro lugar interesante de conocer en este pequeño pueblo es su humedal, el cual cuenta con pequeños senderos que llegan a miradores camuflados, que permiten avistar a pocos metros cisnes de cuello negro, flamencos y patos reales.
Una hora después se está en Caleta Totoral. Si se anima, en 20 minutos de desvío (18 kilómetros), puede alcanzar el hermoso oasis y pueblo de Totoral, en un valle impresionante y lleno de frutales.
Siguiendo rumbo al norte, aparecen las bahías y ensenadas que dan lugar a las otras excelentes playas de la ruta. De hecho, Bahía Salada en 40 kilómetros de costa tiene 10 playas, entre las que se cuentan Milles, del Medio, Maldonado, Esmeralda y Encajonada. Todas candidatas a transformarse en exclusivos balnearios. El único "pero" es que en ocasiones se levanta viento en las tardes.
La Virgen, considerada muchas veces la mejor playa de Chile, y más al norte, Bahía Cisnes, playa muy hermosa, con poca gente en verano y de arenas amarillas y algo de rocas.
Pocos kilómetros más y aparece Bahía Inglesa, que junto a Caldera dan por finalizada la ruta del Borde Costero.
Párrafo aparte merece el Desierto Florido, que por estos días continúa mostrándose, claro que con menos fuerza y espectacularidad que otros años. Más datos: Info Turística Municip. de Huasco, f. (51) 531010, o al email: extensionturistica@imhuasco.cl
Parte de la ruta costera nacional
Con una inversión total de $ 276 mil millones, la Ruta Costera de Chile estará lista en 2020 y pretende conectar Chile desde Arica hasta Los Lagos y alzarse como una atractiva opción frente a la Ruta 5. Cruzando nuestro país entre bellos paisajes y abriendo acceso a playas y caletas hasta ahora absolutamente desconocidas para la mayoría, el proyecto partió a mediados de los 90. Hasta ahora, van casi 3 mil kilómetros habilitados (unos 2.500 pavimentados), por lo que faltan pocos para cumplir la meta de 3.346; sin embargo, parte de ellos son sitios de difícil ejecución, por tratarse de terrenos escarpados o de dificultoso acceso. En el norte, uno de los tramos más importantes conectará Antofagasta y Taltal (210 km) y debiera estar listos a fines de este año.