Nydia Ocampo: la mujer que marcó la vida del "gitano"
Fue la que lo salvó de la calle y le incentivó su apetito por la música. Fallecida en 1996, la madre de Sandro marcó al artista.
Sandro tenía un año cuando su madre enfermó. Nydia Ocampo tenía 21 años cuando le diagnosticaron un mal inmunológico, que afectó sus huesos y articulaciones, y que la obligó a pasar más tiempo en casa con su único hijo. Leyéndole libros y dejándolo que se entretuviera solo, en la pieza tocando guitarra. "Nina", como la llamaba el cantante, la tenía difícil con él. Sandro era inquieto y buscaba la calle, salir con los chicos del barrio de Valentín Alsina, en Lanús, al sur de Buenos Aires. Por eso lo animó temprano en la lectura (a los cuatro años lo hizo socio de la biblioteca Sarmiento) y los estudios, y siempre bajo su mirada atenta y cariñosa. Ahí nació un vínculo estrecho, insobornable, a ratos casi enfermizo, y que para muchos marcó la carrera y vida del argentino.
"Se podría decir que Sandro renunció a todo por estar cerca de 'Nina'", cuenta Graciela Guiñazú, autora de Sandro, el ídolo que volvió de la muerte (2004), y que explica que la enfermedad invalidante de "Nina" marcó al artista, que prefirió pasar más tiempo con ella en vez de, por ejemplo, internacionalizar su carrera: "Una de las grandes peleas que tuvo Sandro con su productor histórico -Oscar Anderle- fue porque no quiso irse a Europa. Nina ya estaba viuda y Sandro no quería estar lejos de ella", explica.
"Nina" fue la que lo incentivó en el canto y la que lo acompañaba en los conciertos. Aunque siempre con bajo perfil. Tras la muerte de Vicente, el padre de Sandro, en 1968 (víctima de una triquinosis que contrajo a los 24 años, cuando trabajaba en un frigorífico de carnes), el lazo entre madre e hijo se estrechó. El "gitano" le compró una casa en Lanús y la visitaba religiosamente después de cada gira.
Fue celoso de que la fotografiaran y de que los medios pudieran acceder a ella e incluso demoró seis meses en confirmar su muerte, ocurrida el 24 de agosto de 1996. "'Nina' terminó muy mal y eso devastó a Sandro", cuenta Guiñazú. "Tenía 16 enfermedades al momento de su muerte. Entre otras, artritis, problemas al hígado, vesícula, cataratas y artereosclerosis. Además, le habían amputado una pierna. Me dijo que ver a su vieja así de mal fue algo duro para él".
El cantante se encerró en su casa de Banfield con una gran depresión, pero aprovechó el dolor para hacer un disco instrumental dedicado a su madre que nunca quiso editar. En 2001 lanzó Para mamá, álbum de versiones dedicado a su madre. "Con ella cantábamos en casa, y cuando murió nació la necesidad de hacerle este homenaje", contó Sandro en el lanzamiento de ese trabajo. "Pero para que no se confundiera sentimiento con mercantilismo, esperé un tiempo prudencial: el año próximo se cumplen 10 años de su muerte, y creí que ya era tiempo de responder a esa necesidad espiritual", argumentó.
"Su vocación por la música se la debe a ella", dice Guiñazú. "A él le gustaba contar una anécdota de cuando aprendió a tocar guitarra. Se la había prestado un amigo, pero era tan mala que él mismo decía que no servía 'ni para hacer un asado'. El asunto es que tenía que apoyarle sobre la mesa para poder hacer los acordes. Y una vez "Nina" llegó con un pote de plástico lleno de agua tibia para que Sandro pudiera meter sus dedos y seguir tocando. El se emocionaba cuando contaba esa historia", remata la biógrafa.
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