Apenas tres semanas después de su encuentro con Xi Jinping en Beijing, en el marco de la cumbre del Apec, Barack Obama entregó a presidentes ejecutivos de destacadas compañías de EE.UU. su impresión y sus inquietudes del mandatario chino. Así, reconoció que Xi "ha consolidado su poder de forma más rápida y amplia que probablemente nadie desde Deng Xiaoping". Pero, al mismo tiempo, advirtió que el ascenso del líder asiático tiene un lado negativo. "Esto conlleva peligros. En asuntos de DD.HH., en asuntos como la represión de los disidentes. Se aferra a un nacionalismo que preocupa a sus vecinos", afirmó, destacando las disputas marítimas en la región.
La reacción de Beijing a las declaraciones de Obama no tardó en llegar. "Ambos países son diferentes (...) Es natural que tengamos diversos puntos de vista en algunas cosas, pero nuestros intereses comunes tienen que encontrar su camino entre las diferencias", señaló la portavoz de la Cancillería china, Hua Chunying. En su opinión, las dos principales potencias mundiales deben respetar los intereses de cada una de ellas. "Deberíamos respetar nuestras diferencias (...) gestionarlas de manera adecuada, a través de la consulta", instó.
Según The New York Times, durante más de 20 años la elite del Partido Comunista de China tomó las decisiones por consenso, buscando evitar que se repitan las turbulencias vividas bajo Mao y Deng Xiaoping. Pero, menos de dos años después de haber asumido el poder, Xi ha surgido como mucho más que "el primero entre iguales" en el Comité Permanente del Politburó. "Básicamente, Xi está diciendo: estoy aquí para defender al partido y los intereses nacionales en términos de soberanía territorial", dijo al Times Dali Yang, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Chicago.
Así, Xi ha supervisado una política exterior fuerte, afirmando los reclamos de China sobre mares e islas en disputa y profundizando las divisiones con Japón y vecinos del Sudeste de Asia. Es precisamente con Japón donde más se observa el impacto de los pulsos nacionalistas. Según una encuesta de China Daily, el 53% de los chinos cree hoy día que su país librará una guerra con Japón tarde o temprano. En tanto, sondeos del Pew Research Center aseguran que el 93% de los japoneses siente animadversión hacia China.
La deriva nacionalista de Xi también está marcando la situación política de Hong Kong y Taiwán, según los expertos.
Tras la histórica derrota del partido Kuomintang -que busca un acercamiento con China- en las últimas elecciones en Taiwán, Kweibo Huang, profesor de diplomacia en la Universidad Nacional Chengchi en Taipei, dijo que las protestas prodemocracia en Hong Kong recordaron a los votantes taiwaneses lo que la isla podría llegar a ser en el evento de su unificación con China.