El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró hoy, en el quinto aniversario de la caída del banco de inversión Lehman Brothers, que la visión republicana sobre los ajustes presupuestarios podría ampliar las disparidades de ingresos en el país.
En una entrevista concedida al programa "This Week", de la cadena ABC, Obama hizo hincapié en que para elevar límite de la deuda del país el próximo mes, no negociará con los republicanos, quienes pretenden utilizar el techo de la deuda como instrumento para reducir el gasto y continuar retrasando la implementación de la reforma sanitaria.
El año fiscal 2014 comienza el próximo 1 de octubre y, si el Congreso y la Casa Blanca no logran un acuerdo sobre el presupuesto, todavía no aprobado por las cámaras, se corre el riesgo de una parálisis de buena parte de las operaciones no esenciales del Gobierno federal.
El presidente estadounidense reconoció que, pese a los progresos, Estados Unidos "aun no está donde tiene que estar", aunque citó los más de 7,5 millones de empleos creados durante su mandato y los 42 meses consecutivos de crecimiento que ha experimentado la economía estadounidense.
"Si tenemos políticas que aseguren que nuestros niños estén preparados para los trabajos más especializados, si tenemos políticas que aseguren que estamos reconstruyendo nuestra infraestructura, (...) si estamos haciendo inversiones para asegurarnos de que la investigación y el desarrollo continúan (...) todas esas cosas pueden mejorar la situación", dijo el presidente.
Añadió que "el problema que tenemos ahora es que una parte del Congreso tiene unas políticas que no van a permitir" que el sistema reduzca las disparidades.
"El sistema bancario funciona. Se trata de dar préstamos a las empresas que pueden obtener crédito. Y por lo que hemos visto, creo que sin duda, hemos hecho un progreso en todos los ámbitos", enfatizó.
Obama, pronunciará un discurso el lunes en la Casa Blanca en conmemoración del 5º aniversario del inicio de la crisis financiera y discutir los avances económicos llevados a cabo desde entonces, en un intento de devolver a la agenda pública los asuntos domésticos tras semanas centrada en la crisis siria.
El 15 de septiembre de 2008, el que fuera uno de los principales bancos de inversión de EE.UU. se veía forzado a declararse en bancarrota después de que la Casa Blanca y la Reserva Federal decidieran no acudir a su rescate y que las mayores entidades del país rechazaran hacerse con él, marcando el inicio de la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión.