"Llegó la hora". Con esas palabras, el Presidente estadounidense Barack Obama llamó al Congreso para que arreglen las deficiencias en la ley migratoria y que tracen un plan que finalmente solucione la situación de los 11 millones de indocumentados que viven actualmente en el país. A poco más de una semana que prestara juramento para su segundo mandato, el gobernante respaldó una iniciativa bipartidista sobre este tema que fue presentada por ocho senadores, entre los que se incluyen el republicano Marco Rubio, de Florida, y el demócrata Robert Menéndez, de Nueva Jersey. "La buena noticia es que por primera vez en muchos años, republicanos y demócratas parecen que están listos para hacer frente a este problema juntos", dijo Obama. El plan senatorial pretende crear una vía "dura, pero justa" hacia la ciudadanía de los indocumentados sujeta al fortalecimiento de la seguridad fronteriza, reformar el proceso de inmigración legal con énfasis en la asistencia a la economía y la unidad familiar, crear un sistema de verificación del trabajador para evitar falsificación de identidades y empleo sin autorización y, por último, establecer una manera más eficiente para permitir la entrada de una fuerza laboral adecuada a las necesidades del país.

El presidente, sin embargo, advirtió en su alocución que si el Congreso no actúa pronto, él enviará su propia propuesta que garantice "un proceso justo" que permita a los indocumentados "ganarse" el derecho a la legalización y la eventual ciudadanía.

El discurso fue realizado en un enfervorecido colegio en Las Vegas, en Nevada, y según el diario The New York Times, tal elección destaca la amenaza política que significa para los republicanos el tema migratorio, ya que Obama derrotó en ese estado por más de seis puntos porcentuales a su contendor Mitt Romney en las elecciones de noviembre, siendo un factor clave para el triunfo el respaldo de los hispanos. El de ayer se trató del primer gran discurso centrado exclusivamente en inmigración que pronuncia el mandatario en casi dos años. El último fue en El Paso, Texas, en mayo de 2011, cuando calificó la reforma migratoria como un "imperativo económico".

Obama sostuvo que quienes quieran ganarse la legalización tendrán que someterse a una revisión de antecedentes penales, pagar una multa e impuestos, aprender inglés, y "ponerse en la fila" para tramitar la residencia permanente. A su juicio, la reforma debe incluir el fortalecimiento de la seguridad fronteriza; una vía para la eventual legalización y ciudadanía de los indocumentados y sanciones para empresas que contraten a sabiendas a los indocumentados.

"Estos once millones de hombres y mujeres están acá... y son parte del tejido social de nuestras vidas", aseguró Obama, al destacar también las contribuciones de los extranjeros a la economía. En ese sentido, Obama señaló que los inmigrantes han contribuido a la creación de empresas como Intel, Instagram, Google y Yahoo, y que una de cada cuatro nuevas empresas tecnológicas han sido impulsadas por inmigrantes. Por ello, Obama consideró que la reforma migratoria que salga del Congreso tiene que también mejorar el sistema legal de visas para que el país siga siendo "un imán para los mejores del mundo".

Las reacciones ante el discurso del mandatario no tardaron en llegar. Así, el senador republicano John McCain, quien también participó de la propuesta presentada el martes, dijo en Twitter que "el camino por delante no será fácil", pero se mostró optimista de que se encuentren puntos en común. Por otro lado, la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, señaló que "respaldan una profunda reforma migratoria que mantenga a las familias unidas".