Con el reloj en contra, el Presidente de EE.UU., Barack Obama, acercó ayer posturas con dos de los senadores republicanos más críticos con su política en el conflicto sirio, mientras la Casa Blanca intenta asegurarse de que el Congreso aprobará el plan de ataque propuesto por el Ejecutivo contra el régimen de Basher Assad.
Se espera que el Senado liderado por demócratas apruebe la ofensiva militar, pero una eventual negativa por parte de McCain y Graham podría haber significado un importante revés al amplio espectro de influencia de Obama en el Congreso en torno a Siria.