El Presidente de EEUU, Barack Obama, lanzó hoy un llamamiento a la colaboración para combatir el cambio climático y la proliferación nuclear, al asegurar que esos peligros "amenazan la paz y la prosperidad de cada país".

Obama hablaba así en una rueda de prensa tras la clausura de la cumbre del G8 celebrada durante los últimos tres días en la ciudad italiana de L'Aquila.

El Presidente estadounidense reconoció que a lo largo de la cumbre "no hemos estado de acuerdo en todo" y citó como ejemplo los debates sobre cambio climático, donde los países en desarrollo no estuvieron de acuerdo en suscribir cifras concretas de recorte de emisiones contaminantes.

No obstante, subrayó que en esta cumbre "hemos demostrado que si nos mantenemos unidos podemos lograr progresos".

Entre otros ejemplos, mencionó la declaración del G8 en el que este grupo expresa su preocupación por los "terribles" acontecimientos en Irán y el programa nuclear de ese país.

Los problemas globales más acuciantes, aseguró, "no los puede resolver un solo país". La única manera, reiteró, es "compartir unos esfuerzos coordinados y persistentes contra las amenazas".

El presidente estadounidense consideró la reunión clausurada hoy en L'Aquila "muy productiva" pero reconoció que el sistema actual de cumbres internacionales podría "hacerse más efectivo", de modo que se celebren menos reuniones de líderes y que las que tengan lugar sean "tan productivas como sea posible".

Obama dedicó un apartado especial a la sesión celebrada esta mañana con países africanos y en la que los más industrializados comprometieron 20.000 millones de dólares para la lucha contra el hambre y la seguridad alimentaria.

"La seguridad alimentaria es algo tremendamente importante, los países más ricos tienen la obligación moral de ayudar", explicó, aunque matizó que a su vez los países pobres tienen la obligación de "usar la ayuda de manera transparente" para crear instituciones y un Estado de Derecho que permita la prosperidad.

En este sentido, recordó que Kenia, el país de su padre, tenía una renta por cápita superior a la de Corea del Sur hace cincuenta años y en la actualidad, el país asiático es una de las potencias económicas mundiales mientras que el africano se mantiene sumido en la pobreza.