Su idea original y su promesa de campaña fueron retirarse de Irak y Afganistán y evitar involucrarse en otro gran conflicto en Medio Oriente. Pero los planes de Barack Obama han chocado con la realidad, ante el surgimiento de los yihadistas del Estado Islámico (EI) en Irak y Siria. Por eso es que el presidente demócrata anoche, en un discurso a la nación pronunciado desde la Casa Blanca, preparó a sus compatriotas para una nueva guerra, que podría extenderse incluso después de que deje la Casa Blanca, en enero de 2017.

Obama anunció su estrategia para derrocar a los extremistas sunitas del EI mediante tres fases: los bombardeos aéreos que ya se llevan a cabo en el norte de Irak, una nueva preparación del Ejército iraquí y entrenamiento a los kurdos, y una ofensiva para destruir los santuarios del grupo islámico en Siria. Justamente, este último punto es el más controvertido.

Obama autorizó ataques aéreos en el territorio sirio, señalando que "esta campaña antiterrorista será realizada a través de un esfuerzo sostenido e incansable para atacar al EI donde quiera que sea, utilizando nuestro poder aéreo y nuestro apoyo a fuerzas aliadas en el terreno".

"Puedo anunciar que Estados Unidos liderará una amplia coalición para hacer retroceder esta amenaza terrorista", con el fin de "degradar y finalmente destruir al EI", agregó.

El mandatario enfatizó que "perseguiré a los terroristas que amenazan a nuestro país. No vacilaré en tomar acciones contra el EI en Siria y en Irak".

Aseguró, sin embargo, "que este esfuerzo será diferente de las guerras en Irak y Afganistán. No implicará a tropas estadounidenses luchando en territorio extranjero". Esto se alinea con la estrategia estadounidense en Yemen y Somalia, donde el poderío aéreo fue la columna vertebral de las operaciones.

En ese marco, Obama solicitó autorización al Congreso para armar a los rebeldes moderados de la oposición para que luchen contra el EI en el este de Siria.

Según afirmaron a La Tercera altos funcionarios de la Casa Blanca "aún no tenemos información de que (el EI) pretenda atacar EE.UU. El riesgo es potencial, pero no hay certezas todavía. Si tenemos que darle a un blanco que está en Irak, lo haremos. Iremos tras el EI donde sea y eso incluye Siria. El Presidente no permitirá un refugio seguro para el EI en Siria. Esto tomará tiempo y es un esfuerzo sostenido y permanente, con acciones en ambos lados de la frontera. Incrementaremos el apoyo a las fuerzas iraquíes. Se mandarán 475 miembros del personal militar a Irak para ayudar en esto. No reintroduciremos fuerzas de combate nuestras, sólo apoyo a las fuerzas de seguridad iraquíes".

Obama se había resistido a involucrarse militarmente en Siria. De hecho, se negó a una ofensiva contra el régimen de Bashar Assad. En vez de aquello, desde 2013, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) está proporcionando armamento ligero y entrenamiento desde Jordania a facciones opositoras a Assad, aliado de Irán y Rusia. Sin embargo, la compleja trama de la guerra civil siria ha generado que algunas armas terminen en manos de yihadistas del EI.

"Washington pretende que Assad, a quien considera como un criminal de guerra, no se beneficie de eventuales vacíos de poder que pudieran sobrevenir en Siria, en caso de que las acciones estadounidenses debiliten al EI", dijo la agencia AFP.

Los funcionarios agregaron que "no vamos a trabajar con Assad. No podemos luchar contra el EI si no tenemos un aliado fuerte en Siria. Necesitamos entrenarlos y armarlos con la ayuda del Congreso. Los sauditas también nos ayudarán".

"Yo creo que los estadounidenses necesitan saber que (...) no será una operación de corto plazo", dijo por su parte el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest. "Puede que esto lleve un año, pueden ser dos, pueden ser tres", reconoció el propio secretario de Estado, John Kerry.

Obama pretendía presentar el fin de las guerras en Afganistán e Irak como una pieza central de su legado. De hecho, se retiró del territorio iraquí en 2011 (actualmente, mantiene 1.043 uniformados) y de Afganistán lo hará a fines de año.

En Irak, las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo 154 ataques contra posiciones del EI. Los bombardeos han destruido 212 objetivos yihadistas, según el Pentágono.