El Presidente de EEUU, Barack Obama, rindió hoy homenaje con una corona de flores a las víctimas del vuelo 93 que se estrelló en Shanksville (Pennsylvania) en los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El mandatario y su esposa, Michelle, ambos de negro, recorrieron brevemente el monumento, aún por finalizar, erigido en el descampado donde se precipitó el avión, antes de depositar frente a él una corona de rosas blancas.
Ambos guardaron silencio durante unos segundos frente al monumento, antes de abandonar el espacio entre los aplausos del público y gritos de "USA, USA".
Ni el Presidente ni su esposa efectuaron ninguna declaración pública en el breve acto, tras el cual procedieron a conversar con algunos de los familiares presentes en esa conmemoración..
Obama llegó de Nueva York, donde hoy participó en la ceremonia de conmemoración del décimo aniversario del 11/9 con la lectura del Salmo 46.
Según declaró el portavoz de la Casa Blanca Josh Earnest, Obama se encontraba muy "impresionado" por la ceremonia en la Gran Manzana y quedó especialmente conmovido con la lectura de los nombres de las víctimas por parte de sus familiares, especialmente en el caso de los niños.
Un 48% de los cerca de 3.000 muertos en aquellos atentados dejó hijos menores de 18 años, según han informado los medios estadounidenses.
El presidente estadounidense se dirigirá esta tarde al Pentágono para otro acto de ofrenda floral en el tercero de los escenarios de aquellos ataques. Un total de 184 personas murieron al estrellarse allí el tercer avión secuestrado. No está previsto que en esa ceremonia pronuncie tampoco ninguna alocución.
Su discurso sobre la conmemoración se reserva para esta noche a las 20.00 horas locales (21.00 hora chilena), al presentar en el Centro Cultural Kennedy de Washington el "Concierto para la Esperanza".
Se espera que Obama evoque en su discurso temas similares a los ya planteados en su discurso semanal de los sábados, en la que en esta ocasión lanzó un llamado a la unidad de los ciudadanos similar a la experimentada hace diez años tras los ataques.
Un total de cuarenta personas viajaban en el vuelo UA93, el único de los cuatro secuestrados que no llegó al destino que planeaban los terroristas, supuestamente el Capitolio en Washington.
Los pasajeros, que conocían lo que había ocurrido pocos minutos antes en Nueva York, optaron por asaltar la cabina del piloto donde se habían encerrado los terroristas y sacrificarse a una muerte cierta para evitar un desastre aún mayor.