En la base de Fort Bragg, en Carolina del Norte, el Presidente de EEUU, Barack Obama recibió, junto a la primera dama Michelle, a soldados que regresaron de Irak, lugar donde este mes se pone fin a casi nueve años de presencia militar en territorio iraquí.
Obama dijo que todo este proceso están a punto de concluir "no con una batalla final, sino con una marcha final a casa". "La guerra de Irak pasará pronto a la historia, y su servicio pasará a la posteridad", indicó el Presidente.
Destacó las primeras batallas que derrotaron y derrocaron a Saddam Hussein y la "red de insurgencia": atentados dinamiteros al pie de carretera, los francotiradores y los ataques suicidas.
Se estima que unos 4.500 soldados estadounidenses, y decenas de miles de iraquíes, murieron durante los años de conflicto, que comenzó cuando el predecesor de Obama, el republicano George W. Bush, ordenó la ocupación para deshacerse de armas de destrucción masiva atribuidas al régimen de Hussein y que nunca fueron encontradas.
En ese sentido, Obama recordó que cuando comenzó la guerra se trató de "un asunto de gran controversia aquí en Estados Unidos". Ahora, dijo el Presidente, "el futuro de Irak va a estar en las manos de su propia gente, y la guerra estadounidense habrá terminado". De todas maneras, indicó el mandatario, "es más difícil terminar una guerra que empezarla".
Hablando a los soldados, Obama dijo: "ustedes soportaron peligrosas patrullas a pie, y el dolor de ver a sus camaradas caer" en combate. "Nosotros conocemos demasiado bien el costo de esta guerra -continuó-. Más de un millón y medio de estadounidenses sirvieron en Irak, más de 30.000 resultaron heridos", resaltó.
Luego recordó que "cerca de 4.500 estadounidenses hicieron el último sacrificio, incluídos 202 héroes de aquí, de Fort Bragg".
Obama aseguró que "nosotros sabemos que esos números ni siquiera empiezan a contar toda la historia de la guerra en Irak", que efectivamente provocó una profunda división política en Estados Unidos e incontables polémicas por los casos de torturas y maltratos a detenidos.
A su vez, en la conversación que mantuvo con la prensa a bordo del Air Force One en camino a Fort Braggs, el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo que "la historia será la encargada de juzgar si la guerra en Irak valió o no la pena".
De todas maneras, resaltó, "la posición de presidente no ha cambiado, que es que no apoyó la entrada en esta guerra, no apoyó la manera en que el gobierno anterior nos lideró en la guerra".