El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recorrió la localidad de Tuscaloosa, en Alabama, para constatar los daños que dejó el paso de los tornados que provocaron que 329 personas fallecieran en siete estados norteamericanos, de los cuales 238 murieron en Alabama.
Obama estaba asombrado por la destrucción y prometió ayuda a los sobrevivientes que perdieron sus viviendas. "Nunca he visto una devastación semejante", dijo el mandatario mientras recorría junto con la primera dama Michelle Obama las calles de un vecindario afectado.
"Vamos a asegurarnos de que no se olviden de ustedes". El presidente agregó que aunque la muerte es inevitable, en este momento están con Dios, el gobierno apoyará a los sobrevivientes".
Mientras recorría Tuscaloosa, Obama observó escenas de una comunidad profundamente devastada por los tornados, con árboles desencajados y casas demolidas. Un joven le dijo que vio volar escombros a su alrededor y que tuvo suerte al salir ileso, con la excepción de algunas cortaduras y moretones. "Es una bendición que estés aquí", le dijo el presidente.
"Lo que es sorprendente es que cuando ocurre algo como esto, olvidamos las pequeñeces que nos separan", dijo Obama después de hablar con el gobernador de Alabama, Robert Bentley, y el alcalde de Tuscaloosa, Walt Maddox.
"Cuando uno se ve enfrentado al poder asombroso de la naturaleza nos recuerda que todo lo que tenemos es los unos a los otros".
El mandatario aseguró que Tuscaloosa se reconstruirá como ejemplo y orgullo. Habló con las mangas enrolladas bajo un cielo despejado, con calidez pero sin desbordes emocionales. Obama pudo ver desde el avión presidencial el surco de destrucción que dejaron los tornados. Y al descender pudo comprobar de primera mano las ruinas, los escombros, los metales retorcidos, los árboles desarraigados.
El presidente declaró un desastre mayor en Alabama y dispuso ayuda federal para contribuir a los esfuerzos de recuperación.