"Un tierno niño sano y bien criado constituye al año de edad el alimento más delicioso, nutritivo y saludable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido", planteaba el siempre corrosivo escritor Jonathan Swift en 1729, en un texto que "proponía" la solución para acabar con la hambruna y que, de paso, sacaba ronchas en la sociedad irlandesa de la época. No era para menos. Con el humor negro que lo caracterizaba, Swift ponía de manifiesto las desigualdades económicas, al proponer como idea central que los hijos de inquilinos fuesen vendidos y comidos por los terratenientes, eliminándose así el problema de la pobreza, la violencia doméstica y el aborto.

Ese es el estilo que a Swift le gustaba cultivar y por el que es considerado, aún, uno de los maestros de la diatriba en la literatura universal. Sólo dos años antes había publicado Los viajes de Gulliver, una sátira de la condición humana que se convirtió  en su obra más famosa.

Ahora, el texto de Swift es tema de inspiración para Degustación, el nuevo montaje de Jaime Lorca, ex de La Troppa y director de la compañía Viaje Inmóvil, quien ya había llevado a las tablas Gulliver. Pero esta es la primera vez que Lorca se pone en manos de otro director y dramaturgo: Guillermo Calderón, autor de las exitosas  Neva y Diciembre. "Hace ocho meses, Jaime me propuso trabajar con él y ha sido un gran desafío. Yo estoy acostumbrado a tener total control del proceso, porque escribo y dirijo, pero ahora debo ponerme al servicio de una idea ajena. Eso es muy estimulante", dice Calderón, quien está a cargo del guión de la obra que se estrena el 26 de diciembre en Matucana 100.

Una novedad será la ausencia de muñecos en escena, uno de los sellos de Lorca. El actor Pablo Jerez dará vida a un chef que, en plena crisis económica, decide salvar el negocio abriendo su restaurante para que otros lo vean cocinar. Todo se complica por las protestas populares, que de a poco invaden el espacio y que estarán graficadas con videos. El resto del elenco será el mismo público, quien degustará en vivo algunas de las recetas de extravagante procedencia. "Esa será la sorpresa de la obra y donde se presenta el dilema moral de Swift", adelanta Calderón.

Por años, Swift trabajó como secretario del diplomático William Temple, a quien abandonó para convertirse en sacerdote. Se reconciliaría con su patrón en 1696 y comenzaría a producir su gran obra, donde ridiculizó la arrogancia humana. "Está escrita en un lenguaje muy formal y relamido, pero de tanta autoridad que llega un momento en que la idea de comer niños no parece tan descabellada", concluye el dramaturgo.