La idea de la cultura vista como un producto que se envasa y se le entrega a las personas parece estar cada vez más obsoleta. Hoy el público ha dejado de ser un mero espectador y se ha convertido en un generador y productor de cultura. Ese es el motor de Casa La Tercera, una nueva vitrina que se abre para la cultura y que se desarrollará a partir de las propias experiencias del público. "La necesidad de ser escuchados, leídos y entendidos está siendo recogido por las empresas. Lo que queremos es generar espacios colaborativos que sean contenedores de experiencia", explica Cristina Farren, experience manager de Casa La Tercera.
Instalada en la sede de la ex galería Isabel Aninat, una amplia y luminosa casa en Vitacura, esta nueva plataforma tendrá talleres para la comunidad, seminarios, lanzamientos de libros, catas de vino, workshop para artistas, además de una cafetería dirigida por el chef Mathieu Michel y una tienda, con productos hechos y diseñados en Chile. La marcha blanca partió en enero con talleres de manualidades, cocina, yoga para niños, numerología y grafología.
Este sábado se inicia uno de los pilares del proyecto: "Queremos que una de nuestras marcas sea la venta y exhibición de arte local", dice Farren. Se trata de Arte en Casa La Tercera, la primera exposición que reúne a artistas locales y que se hará en alianza con Digital Gravura, un taller experimental de arte que desde 2005 trabaja con creadores nacionales, consagrados y emergentes, para hacer posible sus proyectos artísticos.
Liderada por el diseñador y coleccionista Antonio Bascuñán, Digital Gravadura se encargará de curar periódicamente uno de los espacios que está abierto también a la venta. Hasta el 15 de abril se exhibirá una serie de grabados digitales de artistas como Gonzalo Cienfugos, Catalina Abbott, Ignacio Gana, Francisco Salas, Paco León, Andres Vio, Bruna Truffa, Sebastián Leyton, Carlos Araya y Matilde Huidobro. Se trata de una de las técnicas más modernas del grabado, que se trabaja a través de computador y luego puede ser intervenido con otros materiales por sus autores. "Tenemos una de las impresoras de alta resolución más modernas de Sudamérica, que es especial para este tipo de técnica. Trabajamos con tintas y papeles de algodón libres de ácido, certificados por 100 años, por la empresa Epson, y actualmente trabajamos con más de 50 artistas nacionales", cuenta la ingeniera María José Luco, socia en Digital Gravura. "Otra compañía chilena que trabaja este tipo de materiales es la sala Ecko Gallery, pero ellos se especializan en fotografía", agrega Luco.
Esta no es la primera muestra de Digital Gravura: en 2015, junto al curador Carlos Montes de Oca, realizaron una muestra en la Fundación Cultural de Providencia.
En esta ocasión, los grabados digitales, seriados en 25 ejemplares y muchos de ellos intervenidos con papel, óleo, pastel y acrílico por los propios autores, están entre los $ 200 mil y $ 600 mil. Además se exhiben junto a piezas únicas que son conseguidas por Antonio Bascuñán en remates internacionales.
Con una trayectoria de más de 25 años como coleccionista, el diseñador comenzó hace cinco años a rastrear obras de chilenos afuera para traerlas de vuelta al país, con la idea de que se sumen al patrimonio local. "Desde mi etapa de colegio, siempre me interesó ir a remates. Compraba cuadros que después se los vendía a tíos y amigos de mis padres. Poco a poco fui afinando el ojo y hoy, aprovechando los viajes de negocios, siempre trato de coincidir con algún remate interesante", cuenta.
Ahora exhibe tres óleos de Arturo Duclos, de inicios de los años 90; grabados y aguas tintas de Roberto Matta, que corresponden a las carpetas Le voix (1964) y Fmr (1974); además de dos pinturas de Carlos Leppe, realizadas mientras era agregado cultural en Buenos Aires. Las piezas también están a la venta y parten desde los $ 3.500.000. "Más que el remate de arte tipo Christie's, me interesan los remates de sucesión, donde debes investigar, ver bajo el polvo y encontrarte con un tesoro. Me interesa la historia, la anécdota detrás del cuadro, eso que hace que una obra sea única e irrepetible", explica el coleccionista. "Las obras de Duclos, por ejemplo, pertenecían a la colección de Edgar Günter, un gran mecenas y coleccionista de arte contemporáneo latinoamericano y las carpetas de Matta han sido adquiridas a coleccionistas en Suiza, EEUU y Canadá".
Además de los muros dedicados a piezas de colección y grabados digitales, hay un espacio que abarca obras concebidas por Digital Gravura para decorar espacios de interior de hoteles o salones de evento, y que ahora estarán al acceso del público desde los $ 80 mil.
"La idea de tener estos tres tipos de obras es mostrar de una manera distinta y hasta didáctica que, independiente del valor económico de las obras, hay ciertas consideraciones estéticas, de serialidad o materialidades que hacen que una pieza sea única y valiosa", dice Bascuñán. "Con Casa La Tercera queremos hacer exposiciones temáticas y series de grabados digitales accesibles para todo público y nos encantaría realizar charlas para que la gente se reencante con el arte y comience sus propias colecciones", agrega.