Histórico

Obsesivo-agresivo-propositivo

Antes de cualquier cosa, un técnico que aspire al éxito y la gloria debe señalar en todos los medios que es "propositivo", "ofensivo" y "agresivo". Disculpen las cacofonías. A lo anterior hay que sumar el mote de "obsesivo". Que, como bien saben ustedes, es un rasgo de problemas mentales, pero en el fútbol de hoy se entiende como una virtud. Si el entrenador de marras anda con este cartel, "tiene" que ser bueno. Es obligatorio.

En la actualidad la batalla se da a nivel ideológico. Existe una "verdad" instalada y quien se aleje unos milímetros del discurso dominante será tildado de "ratón", "cobarde" y "defensivo".

Lo que ocurra en la cancha ya es otro cuento. Sabemos que los grandes amanuenses y enamorados del "obsesivo-agresivo" no quedan en esos detalles nimios ¿El equipo juega bien? ¿Gana? No importa. Con que en los primeros 15 minutos contra Ovalle en la Copa Chile y los últimos diez minutos frente a Temuco se haya plasmado "lo que quiere el técnico", se dan por satisfechos. Bueno, según les contaron, porque ellos ni hablar de asomar la nariz por el estadio y ver el partido de manera íntegra. No es necesario, por favor, ese esfuerzo que lo hagan los tontitos que no entienden. Con ver los goles en YouTube basta, aunque sean goles que le hacen al equipo del "obsesivo-agresivo".

No pidan títulos, no pidan nada. Dense por satisfechos y benditos al contar con sus regias presencias en las bancas el día domingo. Entiéndalo, aunque pierdan, ganan. Siempre.

¿Y si el obsesivo-agresivo resulta un patán que aprovecha el club para negocios particulares? Por favor, es ofensivo, va al frente, juega por las bandas, eso me han contado. Eso me dijo él, mirándome a los ojos. Por lo tanto tiene chipe libre para armar una empresa dentro del club.

La culpa es del medio, que lo corrompe, que no lo entiende, que le exige ganar, ser coherente con su discurso. Son las presiones terribles a las que es sometido y que lo obligan a defenderse o tirar ollazos cuando, en el fondo de su alma, quiere ganar con juego asociado y dar espectáculo. Y no lo puede hacer porque no lo dejan. Los jugadores no responden a su exigencia ya que no están preparados para ese nivel de sofisticación, por lo tanto deben inmolarse frente a los micrófonos y culparse de todo.

Si la mano viene muy mala, metemos al baile a los viejos cracks, quienes, como guardias pretorianos, por una mesadita oiga, asegurarán que el trabajo del "obsesivo-agresivo" es lo mejor que han visto. No importa que ellos hayan ganado más títulos y hayan integrados equipos infinitamente mejores con entrenadores más capacitados y decentes, lo importante es "blindar" al personaje.

Porque, entiéndanlo de una vez, este es un campeonato de promesas, discursos y grandilocuencias, no de fútbol. Se trata de una verdad revelada que no está al alcance del gil que paga la entrada y se muere de frío en la galería.

Al final, como pasó en la Universidad de Chile hace un año y ocurre en Colo Colo en la actualidad, parece que están todos desesperados por salvarle el tujes al "obsesivo-agresivo", antes que hacer lo mejor para la institución ¿Qué quieren? ¿Qué lo echen? Por favor, sería tirar un diamante a la cloaca. Cómo no se dan cuenta.

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