La Bolsa de Valparaíso se niega a morir, pero sabe que no goza de la mejor salud y no es primera vez que le pasa. Fue declarada en quiebra el 3 de enero de 1983 y revivió en 1987. Quien estuvo detrás de ese renacimiento fue Carlos Fernando Marín Orrego, el mismo que fue presidente de la entidad hasta el pasado 3 de noviembre.
Hoy, Orrego está declarado prófugo de la justicia, tiene dos órdenes de detención pendientes, su corredora de bolsa está suspendida por la SVS y una decena de clientes se han querellado en su contra por estafa y apropiación indebida. Todo, mientras la bolsa no repunta y sus montos transados van en picada.
Al cierre del año pasado, las bolsas Electrónica y de Comercio de Santiago movieron en conjunto $ 240 billones, la plaza porteña apenas alcanzó los $ 1.725 millones. Y en lo que va de 2016, en las bolsas con sede en la capital se han transado $ 234 billones, y en Valparaíso $ 3.094 millones (ver gráfico).
En su última carta como presidente hacia los accionistas , Marín hacía hincapié en su lucha histórica por interconectar las 3 bolsas del país,. De hecho, recordó que fue el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) el que este año le dio la razón y recomendó interconectarlas. "No claudicaremos en nuestras ideas, lo que creemos es justo en la industria de las bolsas y es también justo para los inversionistas, lo que finalmente se traduce en mayor inversión y progreso para el país".
Aunque el Ministerio de Hacienda es el encargado de cumplir esa recomendación, no ha habido avances concretos. "El ministerio está estudiando detalladamente la recomendación que formuló el TDLC y evaluando las alternativas disponibles", respondieron desde la cartera.
Pero en su última carta, Marín se dio espacio también para comentar la coyuntura local y hasta las investigaciones judiciales a empresas y empresarios. "Las reformas anunciadas y aquellas tramitándose o aprobadas, como la educacional, tributaria y laboral han conformado un cuadro complicado para el ánimo del emprendimiento, confuso, incierto, que se ha visto más complicado por un enrarecimiento del clima político y afectando a varias empresas o sectores más importantes del país. Sin faltar en algunos casos investigaciones que afectan a sociedades del más alto interés y que son de las más transadas en bolsa", le dijo Marín a los accionistas.
Sin embargo, los ánimos en los propios corredores inscritos en la bolsa no es de los mejores y muchos están ahí como una alternativa si es que en "algún momento" se presenta una oportunidad, comentan. Cada acción de la Bolsa tiene un valor libro de poco más de $ 21 millones, frente a los $ 1.680 millones que cuesta una de la Bolsa de Santiago.
Sin ir más lejos, ayer fue el turno de una nueva corredora de Valparaíso en cerrar sus puertas: Essex. Según explicó su gerente, Eugenio Garay, "el negocio del corretaje está muy mal, no está dando, las únicas que están sobreviviendo son las que tienen espaldas o el apoyo de un banco. Nosotros, los chicos, no podemos". Y sobre Valparaíso, dijo: "Dios quiera que no cierre".
Al término del año pasado, las pérdidas de la bolsa porteña sumaron $ 8 millones, que se compararon positivamente con los $ 113 millones del ejercicio anterior y mantiene deudas corrientes y no corrientes con los bancos de Chile y Scotiabank por $ 353 millones. La Bolsa no ha cancelado dividendos desde su constitución legal el 17 de marzo de 1987.
Además, la plaza le debe cerca de $ 312 millones a Marín Orrego por "asesorías" que fueron reconocida por los accionistas en 2013. Sin embargo, ese pago no está reconocido como deuda porque está condicionado a que no se pague endeudándose más con los bancos, que se generen flujos para pagar y que no se pierdan los índices de patrimonio para funcionar. Al menos las dos primeras Marín no pudo cumplirlas.
Los planes para levantarse
Pero como ya han pasado malos momentos, en la Bolsa se niegan a morir. Según comenta su gerente general, Arie Gelfenstein, se están moviendo rápido y armaron un comité con accionistas y corredores para idear un plan para salir dignos de esta crisis. "No queremos repetir lo mismo que hacen otras bolsas, tenemos que innovar", asegura, optimista.
Una de las ideas que está tomando forma es dedicarse al financiamiento de emprendimiento de la mano de fondos públicos de la Corfo. Aunque aún es algo incipiente, el objetivo es encontrar el mecanismo para hacer instrumentos de oferta pública con los dineros que emplea el organismo para apoyar el emprendimiento y la innovación.
En esa misma línea, dedicarse a levantar financiamiento para pequeños proyectos en etapas iniciales también suena como idea de rentabilizar a la bolsa.