El PIB de América Latina y el Caribe se contraería entre un 0,9% y 1% en 2016, con lo que se completarían dos años consecutivos de caídas y un ritmo de contracción que no se registraba en la región desde principios de la década de los 80, de acuerdo con el informe Perspectivas Económicas de América Latina 2017, elaborado por el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Banco de Desarrollo de América Latina.
De acuerdo al informe, dado a conocer en el marco de la XXV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que se desarrolla en Cartagena de Indias, Colombia, la región debería recuperarse en 2017, aunque con un crecimiento modesto del PIB de entre un 1,5% y 2%, por debajo del crecimiento que se espera en las economías avanzadas.
Según la investigación esta prolongada desaceleración económica podría poner en peligro el progreso socioeconómico del continente. Siete millones de latinoamericanos cayeron en la pobreza en 2015, y entre 25 y 30 millones de latinoamericanos vulnerables correrán el mismo riesgo durante los próximos dos años. Aunque, precisa, estos resultados no están desvinculados del entorno económico mundial, también poseen su propio contexto país y su dinámica regional.
Las tres organizaciones llamaron a invertir en la juventud a través de una mejora de la calidad educación, de las competencias de los jóvenes y de sus oportunidades de emprendimiento con miras a reactivar el crecimiento económico y de esta manera sentar una base sólida para el progreso a largo plazo.
"Los adultos jóvenes representan una cuarta parte de la población en América Latina. La capacidad de aprovechar este importante dividendo demográfico de 163 millones de personas de entre 15 y 29 años será crucial. Ayudar a todos los jóvenes de la región, y en especial a las mujeres, a realizar su potencial es la mejor inversión para el futuro de América Latina. En un contexto de aumento de la escolarización, empoderar a los jóvenes, vinculando simultáneamente su talento con las demandas y las estructuras del mercado de trabajo, es un modo inteligente de crear un crecimiento inclusivo, reducir desigualdades y aumentar la productividad de los países", dijo la Directora de Gabinete del Secretario General de la OCDE, Gabriela Ramos, al presentar el informe.
Casi 30 millones de jóvenes de la región no tienen empleo, no estudian, ni reciben capacitación. Ellos representan el 21% de los jóvenes de la región, en comparación con el 15% en los países de la OCDE. Otro 19% de los jóvenes trabajan en empleos informales. Las mujeres se ven particularmente perjudicadas, pues representan el 76% de quienes no tienen empleo, no estudian, ni reciben capacitación, en parte porque se dedican a tareas en el hogar no remuneradas. Al menos 6 de cada 10 jóvenes que viven en hogares pobres no tienen empleo, no estudian, ni reciben capacitación o trabajan en el sector informal de la economía, y 4 de cada 10 jóvenes que viven en hogares vulnerables de clase media no tienen empleo, no estudian, ni reciben capacitación o están en el empleo informal. Esto contrasta con el caso de los hogares de clase media, en los que sólo 2 de cada 10 jóvenes se encuentran en esta situación, sostiene el informe.
Añade que aunque la educación ha mejorado significativamente en la última década, pocos estudiantes reciben suficiente educación como para desarrollar plenamente su potencial productivo. Dos de cada tres jóvenes latinoamericanos no están preparados para trabajos que requieren competencias técnicas, profesionales y de gestión complejas. Al mismo tiempo, un 50% de las empresas formales en la región reportan que tienen problemas para cubrir sus puestos, frente a un 36% en los países de la OCDE. Los países de la región deben invertir más esfuerzos en identificar a los estudiantes de bajo rendimiento, mejorar la transición a niveles superiores de educación y fortalecer la educación y la formación técnica. Los programas de capacitación deben combinar el aprendizaje en el aula y en el lugar de trabajo a fin de facilitar la transición hacia empleos formales.
En este contexto, un 26% de los jóvenes emprendedores deciden emprender por necesidad, al no tener mejores opciones de trabajo, en comparación con un 16% en los países de la OCDE. Las barreras al emprendimiento son, en promedio, un 59% más elevadas en la región que en la OCDE. La integración de los jóvenes emprendedores en las cadenas globales de valor (CGVs) es aún limitada. Además, los emprendedores jóvenes enfrentan dificultades, incluso más que los adultos, para acceder a financiamiento, desarrollar capacidades gerenciales, participar de redes empresariales, acceder a nuevos mercados y superar barreras regulatorias. El informe recomienda apoyar políticas multidimensionales, como las dirigidas a complementar los microcréditos, con barreras regulatorias más bajas, vinculando a los jóvenes emprendedores con redes existentes y potenciar la capacitación gerencial y financiera. También será fundamental facilitar el acceso a servicios e infraestructuras de banda ancha asequibles a fin de que los jóvenes puedan sacar el máximo partido de la economía digital.
"Los responsables de la formulación de políticas públicas deben recolectar información y evaluar los programas para jóvenes a fin de diseñar políticas públicas que tengan en cuenta la actual transformación tecnológica, política y social que está cambiando el mundo del trabajo y las ciudades en las que vivirán los jóvenes. 9 de cada 10 jóvenes en la región vivirán en ciudades en el 2050. Al mismo tiempo, estas inversiones deberán programarse con un marco fiscal creíble y sostenible", dijo Enrique García, Presidente Ejecutivo del CAF.