Lucas cumple 12 años y sus padres le han hecho un regalo que no imaginó posible: un paseo en submarino: le gusta tanto el mar, que no hallaron mejor idea que llevarlo a cenar al segundo piso del Ocean Pacific's, ambientado como una nave de inmersión marina. El comedor es tan sobrecogedor que poca atención le presta al menú que le acercan los mozos vestidos de marineros: sonidos de descenso y burbujas inundan el espacio, mientras las luces de las maquinarias que tapizan las paredes titilan por montones.
¿Podrá concentrarse el niño en la comida en un sitio tan aparatoso? Difícil. El primer piso del local simula un barco. Y algunos comedores se ambientan en las fauces y el vientre de ballenas y cachalotes, con sillas y mesas elaboradas con sus vértebras. Alguien dijo que este restaurante superaba con creces la inventiva y la estética kitsch del famoso Hotel Valdivia. Razones hay.
Paradójicamente, el empresario Marcos Rulli, dueño del restaurante y recolector de los cientos de artilugios que hay ahí dentro, no ha surcado nunca los océanos. Confiesa que sólo ha cruzado el canal de Chacao. Porque al mar le tiene respeto.
Lo que sí ha hecho es soñar cuantiosamente y leer y ver películas sobre océanos, peces, embarcaciones, corsarios y marinos en los 23 años desde que arrendó una pequeña casa de menos de 200 m² en Ricardo Cumming, barrio Brasil -hoy son siete viviendas las que ha adquirido para uso comercial, en total 4.000 m² de terreno del sector- para poner su propio restaurante, luego de haber estado a cargo de los eventos del Estadio Israelita. Tenía entonces sólo 24 años. Lo bautizó Ocean Pacific's remedando una marca de ropa. Necesitaba también un logo urgente. ¿De dónde sacarlo? Del diseño de unos calcetines que se usaban por la época. "Nos han hecho muchas propuestas para cambiarlo y hacer algo más sofisticado, pero no hace falta. Nos gusta el que tenemos", dice con una sencillez que da respeto.
"Museo" del mar
Al tiempo, comenzó su tarea de decorador, para atraer clientela: cavó un agujero en el piso y decidió ambientarlo marinero, instalando restos de moluscos en ese hoyo, y superponiendo un vidrio sobre el que los visitantes pudieran caminar. La curiosidad de su concepto de interiorismo marino y los buenos sabores de la cocina de Marcos sedujeron a la gente y el negocio creció.
Así como se acrecentaba la demanda, se ensanchaba la creatividad de Marcos para decorar. Estimulado y apoyado por amigos, como el conocido anticuario Osvaldo Carroza, con negocios en los alrededores, quien se había hecho habitué de la cocina del Ocean Pacific's, y espoleado por la presencia de muchas casas de remate en el sector, fue adquiriendo a bajo precio interesantes piezas relacionadas con el mundo marino y alhajando cada vez más el lugar. El escenario fue mutando hasta convertirse en un barco. Luego añadió un submarino. A poco andar, ya todo era posible, pues la fantasía de ambientar al estilo del océano se apoderó de Rulli como una adicción. Ya no le basta con las escotillas, boyas, timones y mesas decoradas con conchitas, caracolas y estrellas de mar. Decenas de uniformes de marinos, mascarones de proa¸ esqueletos de animales de los océanos, reproducciones de peces, escafandras de buzos, brújulas, trozos de proa y popa de embarcaciones, corales, restos de misiles y torpedos inundaron el lugar hasta transformarlo en un "museo".
Los requerimientos de nuevos objetos fueron incluyendo hasta piezas paleontológicas. "Cinco años tardé en reconstruir el armazón de huesos de un cachalote, comprando por todo Chile vértebra por vértebra", cuenta. Tanto, que en 2011 la PDI llegó al local de Cumming a incautar 593 piezas fósiles protegidas por la ley que adornaban mesas (instaladas bajo vidrios) y vitrinas: 298 dientes de megalodón (tiburón prehistórico) y 82 caracoles fosilizados. En 2007 le confiscaron un trozo de madera del antiguo buque Esmeralda que había llegado a adquirir. "Yo no trafico con esto, ni ando cavando, todo lo compro en el comercio para adornar mejor el restaurante", declaró Marcos entonces. Relata que ha donado esas reliquias fósiles al museo de Caldera.
"Ahora estoy haciendo en el Ocean Pacific's un comedor destinado a la Guerra del Pacífico. Un historiador me orienta. Una modista está haciendo los trajes para los mozos, quiero que atiendan con la ropa de los soldados de la época y se capaciten para informar a los clientes de los avatares de ese conflicto. Habrá reproducciones de la Esmeralda, del Huáscar. Y hasta un menú de la guerra".