Polemista, venerado y odiado, diplomático, traductor, fundador de influyentes revistas, nieto de un escritor e hijo de un abogado, Premio Nobel de Literatura en 1990. Pero por sobre todo: un poeta y un intelectual que iluminó las raíces de Latinoamérica en una obra que sobrepasa el territorio de México, donde nació el 31 de marzo de 1914.
Octavio Paz vivió en una dimensión histórica que incluye los hitos más relevantes del siglo XX: se alistó en el bando republicano para luchar en la Guerra Civil Española, compartió con André Breton y los surrealistas en París, se enfrentó a titanes como Pablo Neruda, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, criticó al estalinismo cuando todos eran estalinistas, al régimen cubano, a la Revolución Sandinista y a los zapatistas de Chiapas.
Próximo a cumplirse 100 años desde su nacimiento, Octavio Paz, fallecido en 1998 a los 84 años, es una figura central que dejó marcado su nombre en el fichero del canon de las letras del continente con títulos como El laberinto de la soledad, El arco y la lira y La llama doble.
Admirador de la obra de Pablo Neruda, con 23 años Octavio Paz le envía al chileno su libro de poemas Raíz del hombre. "Neruda fue una revelación para mí", diría Paz. Era 1937 y Neruda, entonces cónsul de Chile en Madrid, le envía un boleto para asistir al Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, que se realizaba en Valencia. En la oportunidad se declaró al escritor francés André Gide enemigo del "pueblo español" y autor de "propaganda fascista". El joven mexicano comenzaba a dudar del rumbo de la Unión Soviética.
"Cuando pienso en Aragón, Eluard, Neruda y otros famosos estalinistas, siento el escalofrío que me da la lectura de ciertos paisajes del infierno", escribió Paz a fines de los 70, ya convertido en uno de los enemigos más poderosos de la intelectualidad de izquierda. A García Márquez lo llamó "apologista de tiranos" por su apoyo incondicional a Fidel Castro. "Vi al comunismo como un régimen burocrático petrificado en castas", señaló a la revista The Paris Review, en 1990.
"Paz fue el poeta y el pensador de la libertad. Enfrentado a la crítica marxista de las sociedades burguesas modernas, supo hacer en forma incisiva la 'crítica de la crítica'", dice hoy el escritor nacional Jorge Edwards, quien compartió con Paz en México y España.
Su padre Octavio había apoyado la Revolución Mexicana y era cercano a Emiliano Zapata. Y su abuelo, Irineo, fue un intelectual allegado al gobierno de Porfirio Díaz. La huella sobre los hechos sociales y políticos del país marcaron al Nobel a fuego.
Era 1968 y Octavio Paz estaba a cargo de la embajada de México en la India cuando ocurre la matanza de estudiantes en la Plaza de Tlatelolco. Su renuncia fue inmediata. "Fue su mejor momento, un gesto sin precedentes en México", dice Enrique Krauze, amigo de Paz y director de Letras Libres, revista heredera de Vuelta, que Paz fundó en 1976 y que dirigió hasta su muerte. Antes había creado la revista Plural.
"Cambiaba de la generosidad a la exigencia con mucha rapidez", recuerda Christopher Domínguez Michael. El crítico mexicano trabajó con el autor de A la orilla del mundo en Vuelta y hoy prepara Octavio Paz en su siglo, biografía que saldrá en los próximos meses por el sello Aguilar. Además, una serie de actividades y reediciones de sus libros conmemorarán su natalicio. (Ver recuadro).
La búsqueda del autor de Corriente alterna se basó en descifrar una filosofía mexicana auténtica. En el inicio de El laberinto de la soledad habla del descubrimiento de la adolescencia asociada al crecimiento de los pueblos. Mientras, en La llama doble muestra los orígenes del amor y el erotismo en Occidente. El primer libro, una de las cumbres ensayísticas del siglo XX, también se advierte un claro americanismo. Coincidentemente en el mismo 1950 de su publicación, Neruda editaba Canto general.
¿Qué perdura de la obra de Paz en nuestros días? "Quedan sus ensayos que me parecen rigurosos y exigentes aunque demasiado anclados en las inquietudes y preocupaciones intelectuales de su época", dice el escritor argentino Patricio Pron.
"Su poesía me resulta poco brillante, pero como ensayista hay muy pocos como él. Fue una figura mayor y excepcional", dice el autor chileno Rafael Gumucio, quien rescata sus textos sobre el surrealismo y Marcel Duchamp. Por el contrario, el narrador Mauricio Electorat cree que "Paz es el poeta filósofo, que nos enseña y muestra el mundo desde la poesía elevada a la categoría de pensamiento".
"Perdura en su obra su búsqueda apasionada, a veces angustiosa, en magnífica escritura, de la identidad mexicana y latinoamericana", agrega Jorge Edwards.
En 1998, el poeta Gonzalo Rojas fue uno de los oradores en el funeral de su amigo Octavio Paz, donde lo llamó "un humanista iluminador".
Sin embargo, sus opiniones políticas y enorme influencia sobre los autores mexicanos y del continente sacaban ronchas. A la vez que se peleaba con pesos pesados: Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco. "Octavio Paz tiene en México sus más feroces y despiadados detractores, al par que sus adoradores más fanáticos. Ni una cosa ni otra le hacen bien a Paz", dijo en su momento el poeta mexicano Efraín Huerta.
En la década del 70 la juventud, en México, estaba dividida en los que estaban a favor y en contra de Octavio Paz. El autor chileno Roberto Bolaño describió esos días vertiginosos en su novela Los detectives salvajes (1998).
En una escena imagina "una acción terrorista" contra Paz ejecutada por ese grupo de poetas que denominó los real visceralistas. "Los vi saliendo con Octavio Paz amordazado, atado de pies y manos y llevado en volandas o como una alfombra, incluso los vi perdiéndose por los arrabales de Netzahualcóyotl en un destartalado Cadillac negro con Octavio Paz dando botes en el maletero".
En sus últimos años, sin embargo, Bolaño destacaría el gran valor intelectual del mexicano: "Reconozco a un escritor sobre todo en los ensayos, a un prosista más interesante que Carlos Fuentes como prosista".
México, España, Chile: charlas y libros
El 29 de marzo arrancan las actividades para celebrar a Octavio Paz. En México, en la Plaza de la Ciudadela, se inaugurará Paz: una pasión bibliográfica, donde se expondrán las primeras ediciones de sus libros. En ese lugar, el premio Nobel de Literatura francés Jean-Marie Le Clézio, ofrecerá una conferencia magistral. Mientras, en el Palacio de Bellas Artes de México intervendrán dos premios Nobel, el nigeriano Wole Soyinka y el caribeño Derek Walcott. Además, habrá lecturas de sus poemas en el Zócalo y en la Alameda Central, en la voz de jóvenes poetas mexicanos.
En España, en la embajada de México y en el Instituto Cervantes, participarán en una serie de charlas y debates el escritor chileno Jorge Edwards, el historiador mexicano Enrique Krauze, el autor hispano Fernando Savater y el premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa. En la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, se exhibirá -desde el 25 de marzo- la exposición Memoria de Octavio Paz conformada de manuscritos y grabados de una serie de artistas. Desde agosto, en Nueva York (EE.UU.) se podrá ver la muestra De la palabra a la mirada, figuras y figuraciones 1950-1998, en la galería Octavio Paz, sede del Consulado General. A su vez, en Chile, el próximo 10 de abril la académica francesa radicada en México, Fabienne Bradu, dará la charla Octavio Paz y Chile en la Biblioteca Nacional.
Sobre los libros de Paz, editorial Fondo de Cultura Económica reeditará durante el año sus Obras completas divididas en 14 tomos. En Chile, el mismo sello, reeditará Octavio Paz, viajero del presente, de Roberto Hozven.