Los candidatos presidenciales de EEUU, Barack Obama y Mitt Romney, han recorrido durante la campaña electoral de norte a sur y de este a oeste el estado de Ohio, un populoso enclave en el noreste del país que es crucial para ocupar la Casa Blanca.
Ohio pone en juego 18 votos electorales de los al menos 270 que necesita cualquier candidato para poder proclamarse ganador. Son pocos comparados con los 55 de California, pero trascendentales. Así lo dice la historia: ningún republicano llegó a la presidencia sin Ohio y el último demócrata en ganar sin el apoyo de este estado fue John F. Kennedy en 1960.
En Estados Unidos no importa tanto ganar en número de apoyos totales, el denominado "voto popular", sino hacerse estado por estado, que en función de su población y tamaño tiene un determinado número de votos. En la gran mayoría de los casos, el ganador se lleva el total de votos.
No sólo Ohio ha sido el estado más visitado, sino que es en el que más dinero se ha invertido en anuncios de televisión por parte de demócratas y republicanos: 181 millones de dólares.
Otros de los llamadas estados bisagras, sin un apoyo claro tradicional definido a uno de los candidatos, son Florida (29 votos), Pennsylvania (20), Wisconsin (diez) y Virginia (13).
Ohio es un microcosmos de los Estados Unidos, con una mezcla de áreas rurales y urbanas, de industria y de ganadería.
Las industria del automóvil crea uno de cada ocho trabajos y la economía va mejor que en el conjunto del país.
Las últimas encuestas dan una ligera ventaja a Obama, pero si la diferencia entre los dos candidatos es de sólo un 0,25%, podría haber un nuevo recuento como el de 2000 en Florida que terminó dando la presidencia al republicano George W. Bush por apenas 537 votos.