Creció rodeado de mujeres, en una tienda de modas en la pequeña localidad de Grasse, al sur de Francia. Allí, su madre y otras operarias cortaban y cosían telas durante horas. El las observaba en silencio, se escabullía por los rincones vistiendo trajes recubiertos de brillantes que lo hacían sentir distinto, libre y único.

De pie frente al mismo y antiguo espejo de aquel taller de costura, con el rostro levemente maquillado y una sonrisa tímida escapándosele como un suspiro, Olivier Py, actor, dramaturgo y actual director del prestigioso Festival de Avignon, aprendió a explorar con impetuosa curiosidad su lado femenino, a imitar a las mujeres con delicada soltura, a suavizar cada palabra que salía de su boca y a contornearse seductoramente ante los chicos de su barrio que corrían tras un balón de fútbol.

"Como niño, no tenía mucha conciencia de lo que estaba haciendo, pero me sentía cómodo, seguro, como si hubiera algo en mí que debía sacar. Sabía que algún día lo haría, pero no sabía cómo", cuenta al teléfono desde Francia.

Luego de estudiar actuación en el Conservatorio Superior de Arte Dramático, en 1987, de dirigir el Centro Dramático de Orleans y el Teatro del Odeón de París desde 2007, se convirtió en uno de los actores más versátiles y prolíficos de su generación. Fue entonces cuando Py decidió mostrarle al mundo ese lado que solo él había visto reflejado sobre el espejo.

Así apareció Miss Knife, una virtuosa cantante de cabaret que por casi dos décadas ha subido a los principales escenarios de Europa a interpretar canciones de amor e ilusiones pisoteadas, a recitar agudos versos como alaridos de un pasado triste y oscuro, y a mofarse con ironía de la vida y los hombres.

"Ella encarna mucho de quien soy, de lo que he visto y vivido, de las personas con las que me he rodeado y que me han cautivado. Pero Miss Knife no es solo mujeres, son también hombres que intentaron redescubrirse, ir en contra de su naturaleza sexual. Soy yo mismo, jugando a ser otra", dice.

La primera función de Miss Knife quedó grabada a fuego en su memoria: fue en 1996, durante el Festival de Avignon, el mismo que llegaría a dirigir años más tarde. Entonces, Py tenía 31 años y acababa de terminar una exitosa temporada de Apologétique, una verdadera "misa en escena", como él mismo recuerda. Teólogo de formación -del Instituto Católico de París- y orgulloso defensor de los valores cristianos, mientras Py esperaba a salir a escena, se encomendó a Dios. "Estaba sumamente nervioso, como nunca antes lo había estado. Sentí que el corazón me brincaba como si quisiera salirse de su lugar", recuerda.

El telón se abrió de lado a lado, iluminando por completo el escenario, donde cuatro músicos lo acompañan al piano, contrabajo flauta y saxofón. Las luces se apagaron y él ingresó despacio, temeroso, como dibujándose sobre la oscuridad a medida que la luz alcanzaba a cubrirle las manos y el resto de cuerpo. Llevaba puesta una peluca rubia y estaba enfundado en un vestido brillante.

Cuando al fin estuvo al centro, la excéntrica diva tomó lugar frente al micrófono y cantó a capella la primera estrofa de La vie d' artiste, una de las 18 canciones que conforman el espectáculo que el 1 de octubre tendrá su única función en Chile, en el Centro de las Artes 660, y apoyado por el Instituto Francés de Chile.

"Han sido años maravillosos junto a Miss Knife. Quizá lo más difícil, además de acostumbrarme a los zapatos -ríe, aludiendo a los taco aguja que lo han acompañado en cada función-, fue encontrar el equilibrio entre mi masculinidad y todas estas mujeres que se apoderan de mí. Eso es Miss Knife", recalca.

Durante hora y media, el espectáculo transita con visceralidad desde lo alegórico hasta la carnalidad más pura. "Es, primero, un show para endulzar a los corazones más amargos. Luego, uno que siembra la esperanza en las personas que han sufrido. Quiero que el público se reconcilie consigo mismo como yo lo hice conmigo", aclara.

De Chile, país que pisará por primera vez, conoce el trabajo escénico de Guillermo Calderón y Juan Radrigán. "Es un país exquisito y su teatro está dando frutos dulces y frescos. De seguro, será todo un desafío asombrar a la audiencia del último lugar del mundo", afirma. Sin embargo, Py confía en su otro yo. "Miss Knife es encantadora de principio a fin. Tanto, que ni siquiera me obliga a interpretarla. Sale sola, como reclamando su lugar. Cuando soy Miss Knife, me salgo de mí y no existen pudores".