El coordinador humanitario de la ONU para Siria, Jan Egeland, lamentó hoy que el alto el fuego en el país, en vigor desde el 30 de diciembre, no haya facilitado el acceso humanitario, dado que ni un solo convoy terrestre ha podido llegar a las áreas asediadas o difíciles de acceder en lo que va de año.
"El cese (del fuego) a finales del año pasado no ha ayudado" en el acceso y la distribución de ayuda humanitaria, señaló en una rueda de prensa Egeland, quien dijo que diciembre fue el "peor mes" en este sentido y también "los dos primeros" de 2017 "han sido hasta ahora una enorme decepción", pese a los esfuerzos por acceder a las áreas asediadas.
"Los asedios no son compatibles con las resoluciones del Consejo de Seguridad ni con los esfuerzos del Grupo Internacional de Apoyo a Siria (ISSG)", afirmó.
"El asedio no es solo cercar a los oponentes, algo legal, sino que también supone estrangular a la población civil por denegarles ayuda humanitaria y negarles la libertad de movimiento, incluida para la evacuación médica, algo que prohíbe la ley humanitaria internacional porque constituyen crímenes de guerra", recalcó.
Egeland calificó de "vergüenza" que el grupo de trabajo sobre el acceso humanitario en Siria, creado hace justo un año, no haya podido "levantar ni un solo cerco a través de negociaciones en 2016", pero aseguró que las partes están "comprometidas" a lograrlo este año.
"Podría ocurrir mediante las conversaciones en Astaná, en Ginebra o en otras convocatorias", dijo, dado que aún hay 13 áreas asediadas donde viven unos 600.000 civiles.
Especialmente, citó a los ciudadanos en cuatro localidades: Fua, Kefraya, Madaya y Zabadani, que "tienen miedo" y temen por sus vidas.
"Los asedios pertenecen a la Edad Media no al 2017", se indignó.
Egeland explicó que la ONU ha tenido "unas muy buenas tasas de autorizaciones" para el acceso y suministro de ayuda humanitaria en enero y febrero, dado que el 75 % de lo que había solicitado fue aprobado por escrito, pero aún así ningún convoy se ha podido mover, porque "alguien", ya sea una autoridad local o ministerial, interfiere en el proceso.
Muchos convoyes están cargados y la ONU está a la espera de recibir "luz verde" para poder actuar, dijo Egeland, quien puso de ejemplo el caso de Al Waer, que será "la prueba" de la voluntad política de las partes y sería "una buena señal" para los actuales esfuerzos diplomáticos en Astaná y, la semana que viene, en Ginebra.
Frente a la falta de acceso en lo que va de año, en 2015 la ONU pudo acceder a 488.000 personas en áreas asediadas, y en 2016 a casi 1,3 millones.
Por otra parte, el coordinador humanitario denunció que el año pasado hubo 338 ataques contra centros sanitarios en Siria, 130 de ellos comprobados por el sistema de verificación de la ONU, aunque se trata de una cifra "conservadora".
El responsable agregó, además, que las fuerzas gubernamentales sacaron de los convoyes humanitarios de la ONU medicinas y material médico para combatir enfermedades como la diarrea en niños o material para parteras, "en dos de cada tres convoyes que enviamos".
Egeland explicó que estas prácticas no solo no cesaron en los primeros dos meses del año "sino que empeoraron, con hombres armados retirando de los camiones cosas tan básicas como leche en polvo, colchones y bombillas".