Ultimamente estoy comprando libros a través del sitio web de la librería española La Central (www.lacentral.com), que es amigable y tiene una amplia oferta. Allí están los libros que me interesan y que no traerán los importadores, o que sólo llegarán a determinadas librerías a precios exorbitantes en calidad de exclusividades. Pero no siempre es sencillo hacerse de los libros adquiridos de esta forma; ni siquiera se economiza demasiado. Los trámites imprevistos que en ocasiones se interponen son bastante más arduos que ir a una librería a buscar un título. Al parecer, por puro azar, la oficina de Correos de Chile captura ciertos envíos y a uno no le queda más remedio que ir, enterarse de cuánto hay que pagar extra (aunque uno ya canceló con tarjeta de crédito), partir a Banco Estado para pagar (siempre en efectivo) y de ahí volver a la oficina de aduana para retirar el paquete.
Hace unas semanas me llegó uno que, por suerte, no pasó por los embrollos aduaneros. Venían en una pequeña caja los Ensayos de la escritora italiana Natalia Ginzburg, un curioso volumen que se titula La familia Wittgenstein, de Alexander Waugh, y los relatos de Harold Brodkey contenidos en Primer amor y otros pesares.
Soy un aficionado a la prosa sucinta, leve y directa de la Ginzburg. En esta edición de sus Ensayos nos habla de su vida íntima sin caer en la confesión ni en el patetismo. Opina del matrimonio, el aborto, la crítica, la infancia, el psicoanálisis, el sexo, la política, la violencia intrafamiliar y, por supuesto, expone sus gustos literarios, cinematográficos y artísticos. Recuerda a los escritores que conoció, como Sandro Penna e Italo Calvino, y habla de las películas que le llamaron la atención, como Bad de Andy Warhol, Primera plana de Billy Wilder, o Film, el curioso experimento cinematográfico realizado por Beckett, con Buster Keaton como único actor. Al leer estas páginas de la Ginzburg percibimos que estamos ante una señora mayor, comunista no ortodoxa y sin prejuicios morales, que dice lo que piensa sin anestesia. Aún no termino el libro; no quiero sentir la pérdida que implicará su fin.
La familia Wittgenstein es la historia de uno de los clanes más excéntricos y millonarios del siglo XX. El patriarca fue un revolucionario en su juventud y un empresario en su madurez. De sus ocho hijos, tres se suicidaron por culpa de su carácter intolerable y feroz, el cuarto hijo fue un pianista eximio y el menor y más conocido, Ludwig, se convirtió en un filósofo de tonelaje mayor. En este libro se cruza el arte con la música, el lujo con el destierro, la genialidad con la locura. La verdad es que pensé que se trataría de un relato más ameno, pero el exceso de información es agobiante. Quizás no ha llegado para mí el momento propicio para leer La familia Wittgenstein con placer. Los libros tienen sus ritmos internos y, por lo mismo, deben ser leídos cuando son compatibles con nuestra realidad.
Los cuentos de Brodkey incluidos en Primer amor y otros pesares los leí hace tiempo, incitado por un amigo. Me asombraron. Devolví el libro e intenté comprarlo para tenerlo. No los pillé en ninguna parte. Entonces decidí pedirlo a La Central. Ahora está sobre la mesa de mi escritorio.