"La inflación está galopando, el bolívar se derrite, el malestar empeora y el gobierno nada que rectifica, sino que sigue embistiendo contra todo", escribió la semana pasada en su cuenta de Twitter, el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, al intentar describir el contexto en el que se llevan a cabo las negociaciones entre el gobierno y la oposición.
Tras una semana marcada por las acusaciones cruzadas y las amenazas, el chavismo y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) tienen programado sentarse este martes por tercera vez en la mesa de diálogo, como parte de la búsqueda de una solución para la crisis política que atraviesa el país.
Esta nueva ronda de conversaciones llega en un momento crítico. Mientras algunos sectores de la oposición amenazaban anoche con terminar con el diálogo, el oficialismo -que anunció que acudirá- acusó a los líderes opositores de "maniobrar" para quebrar la mesa. La oposición exige una salida electoral, que pasaría por la reactivación de un referendo revocatorio contra Maduro (suspendido el 20 de octubre) o un adelanto de las elecciones de 2018. Y también que se ponga en libertad a los presos políticos.
Desde que el 30 de octubre se activó el diálogo, impulsado por el Vaticano y Unasur, los detractores de Maduro sostienen que el gobierno no ha cumplido sus compromisos. "Si el régimen no cumple con los compromisos adquiridos, Acción Democrática se retira de la mesa de diálogo", aseguró Ramos Allup quien fue apoyado por el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba.
A su vez, la esposa del encarcelado líder opositor Leopoldo López, Lilian Tintori, protestó frente al Vaticano, para exigir que como resultado de la mesa de diálogo se liberen a los presos políticos.
La oposición venezolana representa a una treintena de partidos que comparten un objetivo común: sacar del poder a Maduro. Sin embargo, en los últimos meses han surgido diferencias sobre cómo alcanzar ese objetivo.
La mesa de diálogo tiene lugar, además, en momentos en que Venezuela se encuentra agobiada por una inflación que según el FMI podría llegar este año a 720%. En este contexto, el Banco Central de Venezuela anunció que emitirá billetes de mayor denominación para combatir la inflación, a partir del 15 de diciembre, medida que ya ha sido criticada por algunos economistas.