La oposición alemana quiere citar cuanto antes a la canciller, Angela Merkel, ante la comisión parlamentaria que investigará los pormenores del controvertido bombardeo en Kunduz en septiembre pasado, en el que murieron hasta 142 personas.
"En vista de la enorme actualidad queremos que Merkel y algunos ministros comparezcan en las primeras sesiones, a ser posible ya en enero" y antes de que se celebre en Londres la conferencia internacional sobre Afganistán", dijo hoy el experto socialdemócrata en defensa, Rainer Arnold en declaraciones a "Spiegel Online".
Mañana se constituirá formalmente la comisión parlamentaria que investigará los posibles errores militares del bombardeo y la política de información seguida por el gobierno.
Las preguntas afectarán tanto a los responsables de entonces en septiembre todavía gobernaba la gran coalición de cristianodemócratas y socialdemócratas como al actual ejecutivo de centroderecha.
La actual oposición, formada por socialdemócratas, verdes e izquierda quiere citar a por lo menos cuarenta testigos.
Durante la investigación se intentará dilucidar varias cuestiones, como por ejemplo cuáles eran los motivos que llevaron a al coronel Georg Klein a ordenar un bombardeo que costó la vida a numerosos civiles.
De los informes secretos de la fuerza multinacional Isaf citados por varios medios de este país se desprende que el ataque no tenía como único objetivo destruir dos camiones cisterna secuestrados por talibanes y encallados en un banco de arena cerca de la base alemana de Kunduz, sino también "aniquilar" a los insurgentes.
El actual ministro de Defensa, KarlTheodor zu Guttenberg, ha confirmado indirectamente la veracidad de esta información al asegurar que la oposición sabía perfectamente que el blanco del ataque no eran únicamente los camiones sino también los talibanes.
La oposición le acusa de haber conocido este detalle cuando, al asumir el cargo en noviembre pasado, todavía calificó el bombardeo de justificado. Entretanto, Guttenberg se ha distanciado de su opinión inicial, con el argumento de que por entonces se le habían ocultado varios informes.
La ocultación llevó a que Guttenebrg destituyera al jefe del Estado Mayor, Wolfgang Schneiderhan, y al secretario de Estado de Defensa, Peer Wichert, y a la dimisión del ministro de Trabajo, FranzJosef Jung, quien cuando ocurrieron los hechos todavía era ministro de Defensa.
En caso de que el objetivo fuera la aniquilación del enemigo, la operación en Afganistán adquiriría un carácter ofensivo y no meramente defensivo, como había venido siendo, al menos oficialmente, hasta ahora.
Desde el verano pasado, sin embargo, las fuerzas alemanas cuentan con nuevas instrucciones que, según señaló el portavoz del Gobierno Ulrich Wilhelm, se han adaptado mejor al mandato de la ONU y que permiten el uso de la violencia "preventiva" cuando se trata de evitar un ataque.
El caso ha desatado un debate sobre el carácter de la misión en Afganistán, un mandato calificado hasta ahora de operación de "estabilización" y nunca oficialmente de participación en un "conflicto armado".
Los expertos hablan de un "conflicto armado no internacional", lo que vendría a traducirse como "guerra civil".
En caso de que la operación en Afganistán se calificara oficialmente como tal, las tropas podrían realizar operaciones ofensivas, aunque, como subrayó Wilhelm, siempre y cuando no se violen los principios de la proporcionalidad.
El jefe del sindicato de los soldados, Ulrich Kirsch, apeló hoy al parlamento a aclarar este problema y dar así seguridad legal a las tropas.
En declaraciones a la cadena de televisión pública "ZDF", Kirsch dejó claro que, desde la perspectiva de los soldados, la misión en Afganistán es claramente "una guerra regional" y todo lo demás son "eufemismos".