"Si Neomar no vota, yo tampoco". La frase se puede leer en algunas calles de Caracas en alusión a Neomar Lander, un joven de 17 años que falleció a comienzos de junio, mientras Venezuela era sacudida por una ola de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro que dejó más de 120 muertos. La frase también apunta a las elecciones regionales que se llevarán a cabo este domingo en el país, en donde el Ejecutivo chavista y la alianza opositora de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se disputarán el poder de 23 gobernaciones.

La cita electoral es considerada clave para el futuro inmediato de Venezuela, enfrascado en una profunda crisis política, social y económica. Sin embargo, a cuatro días de los comicios, la incertidumbre es sobre la participación. En los últimos comicios, las legislativas de 2015, votó el 74% del padrón electoral.

Atrás parece haber quedado la efervescencia callejera que desde el 1 de abril hasta fines de julio invadió Caracas y otras ciudades venezolanas y que culminó con las elecciones de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) un órgano plenipotenciario, conformado sólo por oficialistas y que tiene poderes infinitos. La oposición, que según las encuestas es favorita para estos comicios, se esfuerza por convencer a los votantes de acudir a las urnas, ya que una alta abstención podría perjudicarlos. En estos momentos, 20 de las gobernaciones se encuentran en manos del chavismo y según las encuestas, la MUD podría obtener el control de 18.

Pero no todo el antichavismo está convencido de participar. A la falta de motivación de muchos -hastiados por las protestas, la escasez de alimentos y medicinas- se le suma la fuerte desconfianza que genera el Consejo Nacional Electoral (CNE), órgano que ha sido acusado de ser un aliado del gobierno y el encargado de poner las reglas electorales en el país.

Durante la campaña, la MUD denunció una serie de "irregularidades" en el proceso. La más grave, según ellos, es no permitir la sustitución de candidatos, ya que en los votos aún aparecen quienes ya renunciaron a su candidatura luego de las primarias opositoras, algo que podría generar votos nulos y unos comicios más reñidos.

Pero quienes defienden la abstención, también argumentan que el CNE es el mismo organismo que organizó la jornada de votación de la Asamblea Constituyente, a fines de julio. Esos comicios estuvieron marcados por las revelaciones de Smartmatic, la empresa que estuvo encargada del voto electrónico y que denunció una "manipulación del dato de participación" por parte del CNE.

La MUD intenta posicionar la idea de que será el chavismo el gran beneficiado si la oposición no participa de la jornada electoral. "La abstención afecta fundamentalmente a la oposición. Los resultados finales serán hipersensibles a ella", explicó a través de Twitter, el analista político venezolano, Luis Vicente León.

En las elecciones regionales de diciembre de 2012, la abstención fue de 46,06%, pero la oposición espera revertir ese porcentaje. Según el jefe de campaña de la alianza opositora, Gerardo Blyde, la cifra estimada de participación se ubica en el "60 y tanto por ciento", número que concuerda con las estimaciones de Datanálisis.

"Tenemos que volver a demostrar que somos mayoría para que aumente la presión internacional sobre Nicolás Maduro. Le decimos a la gente que no se deje robar su voto", dijo Blyde el lunes. La participación también fue promovida por la Iglesia Católica y por la ex fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega. "Hoy, por primera vez estoy haciendo un llamado a votar, pese a las condiciones desfavorables y a la desacreditación del CNE", aseguró este martes desde Bogotá.