Orna Donath: "La sociedad debe dejar de presionar a las mujeres para convertirse en madres"
La socióloga israelí ha causado un gran revuelo en varios países al abordar en un libro, recientemente publicado en español, la existencia de mujeres que se arrepienten de ser madres.
"No vaya a arrepentirse después de no haber tenido hijos", es una de las frases más comunes que suelen escuchar las mujeres o parejas que plantean sus dudas acerca de ser padres. En cambio, lamentar haberlos traído al mundo parece un imposible. Pero ocurre. Hay mujeres que se arrepienten de haber sido madres, algo que es tan tabú, que no se atreven a decirlo en voz alta.
Eso es lo que encontró Orna Dornath, autora de un estudio que acaba de convertirse en el libro Madres arrepentidas, publicado en septiembre en español. Ahí la socióloga muestra los casos de mujeres en Israel, que a condición de mantener el anonimato, hablaron de ese sentimiento. Un trabajo de tres años que ha provocado un debate más allá del país en que se originó.
La pregunta
"Si pudieras volver el tiempo atrás, con el conocimiento y experiencia que tienes ahora, ¿te convertirías en madre?". Dornath encontró a 23 mujeres, de entre 20 y 70 años, que dijeron "no". Todas ellas judías, pero de distintas clases sociales. Algunas divorciadas, otras casadas. Con uno, dos, tres y hasta cuatro hijos, y en ciertos casos ya abuelas. Algunas que se embarazaron de forma casi "automática", sin cuestionárselo; otras a las que les costó ser madres e incluso acudieron a tratamientos de fertilidad. Es decir, un grupo de entrevistadas variado, pero que coincide al decir que su sentimiento no es pasajero, ni el resultado del cansancio de la crianza, sino algo permanente y profundo. Eso, en todo caso, según demuestra el estudio en uno de sus principales hallazgos, no significa que no amen a sus hijos. No son ellos "el problema", sino que la experiencia de ser madre.
Una contradicción a la que alude Charlotte (42), una entrevistada que tiene dos niños. "Me arrepiento de ser madre, pero no de ellos, de quienes son, sus personalidades (…) los amo, así es que es paradójico. No quisiera que ellos no existieran, es sólo que no quiero ser madre".
El interés de la autora era mostrar que esa realidad existe, y que es necesario hablarla para contribuir a mostrar que la maternidad debe ser una opción y no una obligación.
La naturaleza de ser madres
Orna Donath tiene 40 años y es profesora de la Universidad Ben-Gurion del Néguev, en donde investiga acerca de la maternidad y la experiencia de no tener hijos, que en Israel no es un tema neutro: es el país con la tasa de natalidad más elevada de Occidente, y hay fuertes políticas públicas para promover la maternidad. Por eso su trabajo ha generado interés, pero también críticas, muchas de ellas expresadas de manera violenta. "En 2017 las mujeres aún son consideradas como madres por naturaleza, y por lo tanto cualquier intento que se permita cuestionarlo es considerado peligroso para el orden social. El reconocer que hay algunas que no quieren o no se sienten cómodas con ser madres es un riesgo porque la sociedad depende de la colaboración de ellas para 'hacer su trabajo' sin cuestionarlo. Ante ese peligro, se desata una respuesta violenta. Cada vez que enfrento este tipo de violencia –lo que pasa bastante seguido – lo lamento por la sociedad, que está mostrando su fragilidad", explica ella a Tendencias desde Beerseba, en el sur de Israel.
¿Por qué cree que la historia de sólo 23 mujeres ha generado tanto impacto?
Es que no es "sólo" la historia de 23 mujeres. Sus relatos canalizan las experiencias de muchas otras, y tocaron un punto débil entre ellas. Además, lo que ellas dicen no sólo se refiere a la maternidad, sino al uso político de las emociones, es decir el modo en el que la sociedad tiende a controlar/manipular/intervenir/silenciar/ y oprimir los sentimientos humanos.
¿Por qué quiso explorar el arrepentimiento frente a la maternidad? ¿No es una forma de "empatar" con el principal argumento que se les da a las que deciden no tener hijos?
Esa es una de las principales acusaciones que me hacen a mí o al estudio. Yo he dicho públicamente que no quiero ser madre, y es un hecho que les presento a los lectores. Pero el arrepentimiento de la maternidad es un hecho que existe independiente de mí. Mi objetivo nunca fue el de "empatar". Yo no estoy en contra de los hijos, ni de las madres, ni de los niños, pero cuando estos son deseados. Al mostrar este sentimiento no lo estoy glorificando o haciendo un llamado a que más madres se arrepientan como si fuera una "moda". Mi única intención es reducir el sufrimiento, aunque suene pretencioso.
Varios autores antes que usted han dicho que la maternidad produce sentimientos ambivalentes, ¿cuál es la diferencia entre eso y los casos que usted presenta?
Ambas pueden tener experiencias similares, pero su conclusión es diferente. Decir "sufro con la maternidad, pero la sonrisa de mi hijo hace que todo valga la pena", no es lo mismo que decir "sufro con la maternidad y no hay nada en el mundo que haga que valga la pena. Convertirme en madre fue un error". Pero es interesante ver que el debate sobre arrepentimiento muy frecuentemente es llevado a uno sobre sentimientos contradictorios acerca de la maternidad.
¿Qué clase de medidas se pueden tomar para ayudar a estas madres si ya tuvieron hijos?
La sociedad puede hacerles las cosas más fáciles entendiendo la existencia de este sentimiento y no tratándolas como monstruos. Si el bienestar de los niños es importante para la sociedad, el bienestar de las madres no debería pasarse por alto. Aceptar esta realidad también permite cuestionar el axioma mítico de que toda mujer –solamente por serlo- quiere ser madre.
¿Qué ocurre con los hombres? ¿También se pueden arrepentir?
Sé por seguro que los hay. Entrevisté a 10 hombres israelíes que piensan y se sienten así. Ocho de ellos dijeron que no querían tener hijos, pero aceptaron para poder continuar la relación con su pareja. La diferencia en su experiencia es que no era la sociedad la que los presionaba, más bien una decisión personal para no separarse de la persona que querían.
El número de hijos y el deseo de tener niños en general es menor entre las mujeres más educadas. ¿Malas noticias para la sociedad en el futuro?
Durante los 13 años que he estudiado este tema he encontrado personas de todos los estratos que no quieren ser madres. Sin embargo, la posibilidad de no tener hijos no es algo que esté igualmente disponible para las mujeres de todas las culturas y grupos sociales. Eso nos lleva a que las que públicamente se atreven a decirlo sean blancas, educadas, no religiosas y de clase media, condiciones que les permiten tener una actitud desafiante contra las normas. Otras que experimentan formas de marginalización u opresión tienen menor espacio para manifestar sus sentimientos.
¿Es posible prevenir el arrepentimiento?
Experimentar arrepentimiento es tormentoso, así que creo que la sociedad tiene que hacer todo lo que es posible para dejar de presionar a las mujeres para convertirse en madres en contra de su voluntad, y dejar de poner tantas presiones y expectativas en las madres.
Muchos sentimientos problemáticos asociados a la maternidad tienen que ver con la pérdida de libertad. ¿Es posible conciliar hijos e independencia?
El proceso de privatización del cuidado de los niños nos llevó a una situación en donde las madres son las que pagan el precio. Creo que es necesario revisar el concepto de "toma un pueblo el criar a un niño", o la idea de comaternidad. Si más personas –incluso aquellos que no quieren tener hijos pero les gusta ayudar a cuidar un niño- pudieran involucrarse en la crianza, las madres podrían tener un mayor sentido de libertad.
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