Este nuevo título de la U, en el futuro, se contará de muchas maneras. Algunos recordarán la remontada para quitarle la corona al archirrival. Otros al técnico, que, entre analogías que descolocaban y discursos religiosos, le dio forma a un equipo que trabajó en silencio. También habrá quien diga que fue un regalo... Distintos puntos de vista. Pero también fue el título de las redenciones y las segundas oportunidades.
Gonzalo Espinoza fue de los principales artífices del título. En abril de 2016, tras el polémico asado en el que participaron varios miembros del plantel, terminó saliendo del club por la puerta de atrás. Cuestionado y vilipendiado. Su revancha llegó tras un paso a préstamo por Patronato, en Argentina, donde pareció reencontrarse con el fútbol. Y aunque en el Clausura tuvo buenas y malas, acabó recuperando el nivel que todos esperaban de él.
Otro que renace es Lorenzo Reyes. El volante, emblema y capitán del Huachipato campeón del Clausura 2012 con apenas 21 años, partió a España donde pasó con más pena que gloria por el Betis y el Almería. De lo que prometía, muy poco o casi nada. Llegó a la U esperando reencontrarse con su mejor versión. En su primer torneo siguió lejos de ella, pero este año dio un salto cualitativo que lo transforma hoy, con diferencia, en el mejor jugador del equipo.
Una situación similar experimentó Leandro Benegas. Desechado en su momento por Beccacece, jugó cedido en Audax y Palestino antes de volver buscando una nueva oportunidad. La vuelta larga. Con Hoyos, se convirtió en titular, derrochando entrega y compromiso en cada pelota. Si bien sus debilidades técnicas se hacen evidentes -más si juega por los costados y no por el centro- nunca dejó de luchar.
Lo de Matías Rodríguez es especial. El lateral goza de un estatus diferente, ganado en la cancha, como uno de los mejores jugadores de la historia reciente de la U. Pero en su segundo paso no se había visto ni la sombra de lo que fue. En el Clausura volvió el de antes. Más maduro, incluso, tomando mejores decisiones. La redención de un gran líder.
Gonzalo Jara regresó de Europa tras un polémico paso por el Mainz. Resignó la alta competencia y los millones para estar en casa. Su nivel, no obstante, dejó una infinidad de dudas en sus primeros dos semestres. Hasta este Clausura, donde se recuperó. Como Vilches, de los más insultados por la hinchada, que también recuperó el tono en este torneo.
Un jugador que pagó su pasado colocolino con la furia de la barra. No tanto como Beausejour, cuyo transfuguismo sólo penaliza en la acera alba, la traicionada. También salió fortalecido del Clausura. Tras un primer torneo irregular, jugó a nivel selección, marcó diferencias.