¿Oro o barro?
El torneo que recibirá por primera vez a Chile se disputa desde 1992, aunque originalmente tuvo otro nombre: Copa Rey Fahd. En 1997 sufrió su primera actualización. Desde 2005, la FIFA comenzó a considerarlo como un ensayo de las sedes de los mundiales. Los países que la ganaron resaltan su valor. Para otros no sirve para nada.
Por primera vez en su historia,Chile competirá en la Copa Confederaciones. La Roja lo hará gracias al título que consiguió en la Copa América de 2015 y lo hace luciendo su nuevo estatus mundial. Un año después consiguió la Copa Centenario y en el ranking FIFA figura entre los cinco primeros.
El combinado de Juan Antonio Pizzi es uno de los mejores del mundo. Ese fue el propósito que se fijaron en Zúrich al crear el torneo: que se midieran los monarcas de los cinco continentes. La propia organización fija su nacimiento en 1992. En esa versión, ganada por Argentina, el trofeo se llamaba Copa Rey Fahd y hasta 1997 se disputó en Arabia Saudita.
La versión siguiente, en 1999, se jugó en México, ya con la actual denominación. Y la posterior, en Corea del Sur y Japón, marcó el primer cambio profundo y, hasta ahora, definitivo: el campeonato se realiza cada cuatro años, uno antes que el Mundial y siempre en el país que recibirá la máxima cita planetaria. La única excepción fue la versión de Francia, en 2003.
El trofeo en juego es de bronce bañado en oro. Fue creado por Fritz Jucker y realizado por Walter Schumacher. Con 44,5 centímetros y 7,5 kilos, ha sufrido algunas variaciones. La última de ellas, y la más significativa, en 2013.
Su valor, en todo caso, pretende exceder lo simbólico. La FIFA lo concibe como un ensayo general de las sedes mundialistas. "El campeonato ha servido para que el país anfitrión de la Copa Mundial pueda analizar una serie de aspectos operacionales con un año de antelación", explica un portavoz desde Suiza. En Zúrich también defienden el prestigio del torneo. "Desde sus inicios, la Copa FIFA Confederaciones se ha consolidado como un Torneo de Campeones, con la participación de los mejores de cada confederación, en el que han brillado futbolistas de gran renombre, como Caniggia, Ronaldo, Romario, Desailly, Ronaldinho, Riquelme e Iniesta, por nombrar algunos", insisten.
Pero el certamen, que este año cumple un cuarto de siglo, ha tenido también otros nombres que dimensionan, junto a El Deportivo, su real valor. Para Manuel Lapuente (73), el DT que guió a México a la consecución de la corona en 1999, la copa goza de gran importancia, en especial como termómetro futbolístico a un año de cada Mundial. "Es una competencia sumamente importante. Deja mucho para considerar cuando se está cerca del Mundial. Ahí es donde uno ve la calidad de cada jugador, qué está bien y qué está mal. Ése es el objetivo de la Copa, eso es lo más importante que tiene", asegura el ex técnico, quien, sin embargo, considera que existe un índice de competitividad menor al de otros torneos continentales de selecciones, como por ejemplo la Copa América: "Se me hace mucho más fuerte la Copa América. Como técnico de México siempre quise jugar la Copa América y se lo dije en muchas oportunidades a los dirigentes. Gracias a Dios se terminó dando, pero yo ya no estaba".
Otro de los ganadores es Leonardo Rodríguez (50). El ex volante de la U y bicampeón continental con Argentina, fue el autor de uno de los goles en la final de 1992, ante Arabia Saudita (1-3), coronándose así como la primera selección ganadora de la Copa Confederaciones. "Fue un torneo muy lindo, porque lo ganamos jugando muy buen fútbol. El de la final fue un día inolvidable, porque marqué un muy buen gol, con una doble pared con mi hermano de la vida, el 'Cholo' Simeone. Fue un torneo súper organizado, maravilloso desde todo punto de vista", dice Rodríguez, para más tarde reconocer que dicho trofeo "comenzó siendo de perfil bajo y hoy es de muy buen nivel".
En ese mismo plantel transandino que tuvo el privilegio de adjudicarse la primera Confederaciones, militaba también un viejo conocido de la hinchada chilena, el ídolo cruzado Beto Acosta (50). "Veníamos de ser campeones de América en Chile, el año anterior. Era importante y nos dimos el gusto de ganarla. Lo que lo hace especial es que haya sido la primera. No se conocía la Copa y dar el puntapié inicial fue importante. Era una obligación ganarla", manifiesta el ex delantero, para quien el hecho de que el trofeo aúne a los campeones de los continentes le confiere ya un prestigio especial: "El otro día escuchaba a Cristiano diciendo en una entrevista que quería ganarla más allá de que haya obtenido todo con sus equipos. Están los mejores equipos del mundo y eso le da mucha importancia".
En opinión de Acosta, la principal flaqueza que presenta el actual formato del torneo es que hace muchas veces imposible el concurso de alguna de las estrellas de las selecciones participantes. "No sé si le cambiaría algo. Puede ser que lleguen un poco saturados los jugadores. Me parece que eso puede ser. Pero es así, no se puede cambiar por calendario, no hay espacio. Y a veces hay jugadores que no van por las vacaciones o por otros motivos similares", objeta.
Un asunto serio
Si bien la decisión de Alemania de asistir con su hipotético equipo B generó algunas dudas sobre el verdadero valor del torneo, lo cierto es que los combinados han acudido siempre a la Confederaciones con sus estrellas. Así lo hicieron al menos los argentinos en 1992, presentando una nómina en la que figuraban Goycochea, Basualdo, Ruggeri, Redondo, Simeone y Batistuta. En 1995, Dinamarca fue campeona con los hermanos Laudrup, deshaciéndose en la final de la Argentina de Passarella en la banca y figuras como Zanetti, Ortega, Batistuta y Espina.
Dos años más tarde, fue Brasil el que se probó su primera corona. Y lo hizo con Romario como figura excluyente, goleador a la postre de la Copa con siete tantos. En 1999 fue el turno de México, que privó al Brasil de Ronaldinho del bicampeonato merced a la sobresaliente actuación de uno de los mayores estandartes de su historia, Cuauhtémoc Blanco.
En 2001 Francia se quedó con el título, con un plantel que contaba con figuras como Lizarazu, Vieira o Desailly. No viajaron Zidane ni Barthez, por citar algunas de las sonadas ausencias del excepcional plantel galo, reforzando la tesis de que la Confederaciones, quizás, cuenta con mayor consideración en América que en el Viejo Continente.
El año 2003 se tiñó otra vez de azul gracias a Thierry Henry; en 2005 el olfato de Adriano dejó sin respuesta a la Argentina de Riquelme; y en 2007 el evento no se realizó porque comenzó a regir el nuevo formato de torneo.
España partició por vez primera en la Copa Confederaciones en 2009, como monarca europeo, con una nómina en la que figuraba la base del plantel que se proclamaría campeón del mundo al año siguiente. El torneo lo ganó, sin embargo, nuevamente Brasil, tras imponerse en la final a Estados Unidos con Kaká, Luis Fabiano, Robinho, Dani Alves y Maicon como actores destacados.
En la última edición, 2013, la Canarinha logró el tetracampeonato, derrotando a España en la definición. Neymar fue elegido mejor jugador y Fernando Torres se quedó con el cetro de máximo artillero. A la actual campeona del mundo podría salirle muy caro el desaire de concurrrir a Rusia con su plantel reserva. Una maniobra que, a juicio de Lapuente, no podría ser considerada, sin embargo, una falta de respeto. Ni al torneo, ni a las selecciones participantes: "No lo veo como una falta de respeto. Los calificativos que se le darán a Alemania serán conforme le vaya. Si le va mal, se la juega el técnico, porque todas las selecciones se juegan el prestigio en la Copa Confederaciones".
La FIFA sigue apostando fuerte por el torneo. Si bien aún no está definida la calendarización de la versión de 2021, sujeta a la programación del Mundial de Qatar 2022, los estados financieros de la organización revelan una fuerte inversión en Rusia. "La partida más elevada de la categoría 'Otros eventos de la FIFA' corresponde a la Copa FIFA Confederaciones Rusia 2017, cuyas principales categorías de costes son aportes al COL de Rusia (US$ 64 millones), premios en dinero (US$ 20 millones), producción televisiva (US$ 26 millones) y costes relativos a los equipos y las confederaciones (US$ 10 millones)", consigna.
Chile llega como atracción, por su poderío colectivo y el aporte de figuras reconocibles como Arturo Vidal y Alexis Sánchez. Su hinchada será la segunda más numerosa, de acuerdo a la venta de entradas. "Chile representa el atractivo de contar con un equipo de primer nivel y jugadores destacados a nivel internacional. Además, siempre resulta interesante cuando nuevos equipos se suman a una competencia", concluyen en la FIFA.
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